Visitar Mi Blog

La Inquisición y los derechos humanos

Ensayo presentado en el “Segundo Encuentro sobre Genocidio: Los derechos humanos y la vida histórica”. Centro Armenio, Arzobispado de la Iglesia Apostólica Armenia, Buenos Aires, diciembre de 2000.

Publicado el 24 de enero del 2001
Por Pablo A. Chami

Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetir los mismos errores. Si minimizamos los hechos históricos que nos desfavorecen y enseñamos sólo aquellos que convienen a nuestros intereses y a nuestras creencias, no aprendemos y no crecemos como nación. Los dirigentes cometen los mismos errores y los ciudadanos vuelven a sufrir una y otra vez las mismas injusticias.

En este contexto se sitúa, para los argentinos, la historia de la Inquisición. Es habitual creer que en el Río de la Plata no hubo Inquisición. Los libros de historia apenas hacen mención de ella. Existe una amnesia colectiva, como tantas otras que oscurecen nuestra memoria.

Hemos vivido hace poco más de veinte años, en nuestro país, un proceso donde las violaciones a los derechos humanos que se cometieron, se asemejan a aquellas perpetradas hace siglos por la Inquisición. ¿Las violaciones recientes de dichos derechos se hubieran mitigado, o al menos, habrían sido reconocidas por los ciudadanos con antelación, si la memoria del pasado no se hubiese silenciado?

La inquisición es la institución creada por la Iglesia Católica que más polémica ha causado. Se han escrito centenares de libros a favor y en contra de ella. La tendencia actual de muchos historiadores es minimizar su accionar, como algo molesto, bochornoso, que no tuvo mayor importancia.

Orígenes de la Inquisición

A partir del año 1000, la Iglesia Católica termina de definir los dogmas de fe: la Inmaculada Concepción de María, la Trinidad, etc. Una vez establecidos estos dogmas, el católico que los discutía o los ponía en duda era considerado un hereje. Los obispos de cada diócesis eran los encargados de velar por la pureza de la fe de sus fieles. En caso de que se sospechase de alguna herejía, intervenía el obispo haciendo una inquisición. Esto dio lugar a la primera forma de inquisición llamada Inquisición Episcopal. La intención era encauzar a los fieles descarriados en la buena senda de la Iglesia y de la Salvación.

Durante el siglo XI y XII, en algunas zonas de Europa, especialmente en Francia, comunidades enteras sostienen ideas consideradas heréticas por Roma.

    Domingo de Guzmán quema libros heréticos en Albi

    La más importante fue la albigense, llamada así por tener su foco en la región de Albi al sur de Francia. Los albigenses tomaron gran importancia, por lo que el Papa Inocencio III decidió crear una Inquisición especial, dependiente directamente de Roma, para que actuara conjuntamente con el obispo en los casos de herejía. Domingo de Guzmán, luego Santo Domingo, fue enviado para combatir la herejía albigense, logrando numerosos arrepentidos.

El Concilio de Letrán IV de 1215, puso en vigencia la segunda forma de Inquisición: la Inquisición Pontificia. Los inquisidores dependían directamente del Papa. Se encomendó a la recientemente creada orden dominica para constituir los Tribunales y realizar las inquisiciones. Por otro lado, Inocencio III forzaba a los reyes para que en la justicia civil castigara con la pena de muerte en la hoguera a los herejes que no se retractaran. Miles de albigenses fueron asesinados y quemados durante esas luchas en el siglo XII.

La Inquisición en España

En la España del siglo XV convivían cristianos, moros de religión musulmana y judíos. Los reyes cristianos estaban empeñados, desde hacía siglos, en la lucha para desalojar a los moros de la Península. Los judíos vivían desde comienzos de la era cristiana en España, que ellos llamaban Sefarad. Habían llegando allí luego de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por los romanos, durante el siglo primero. Vivían en los cascos urbanos de las principales ciudades: Toledo, Sevilla Córdoba, Barcelona, y en innumerables poblaciones más pequeñas. Cuando estas ciudades fueron reconquistadas por los cristianos, mientras los moros se replegaban a territorios todavía dominados por los musulmanes, los judíos continuaban habitando en ellas.

A fines del siglo XIV y comienzo del siglo XV, se producen disturbios en contra de los judíos. Estos disturbios, que comienzan en Sevilla en el año 1391 y luego se extienden a toda la península, desembocan en conversiones forzadas de judíos al cristianismo. Las aljamas o barrios judíos son atacados por turbas enardecidas, se producen matanzas y, para salvar sus vidas, muchos son llevados a la fuerza a la pila de bautismo al grito de conversión o muerte. Una vez bautizado no había vuelta atrás, ya eran cristianos. Algunos de aquellos convertidos a la fuerza siguieron practicando la religión de sus ancestros en secreto. Exteriormente eran cristianos, asistían a la iglesia, se confesaban, practicaban los ayunos, pero en el interior de sus casas, en la intimidad, cumplían con la ley de Moisés. Eran los cristianos nuevos, criptojudíos, o judíos secretos. En otros, la conversión a la nueva fe era sincera, había sido ganada por la persuasión.

Estos cristianos nuevos podían acceder a los puestos importantes de los reinos españoles, pues las trabas que impedían a los judíos ocuparlos, quedaban anuladas por la conversión.

Isabel La Católica

    El matrimonio de Isabel de Castilla y de Fernando de Aragón reunifica en una corona a los dos reinos cristianos.

    Fernando El Católico

Tomás de Torquemada, prior de Ávila y confesor de la reina, se hace eco de la protesta de los cristianos viejos, perjudicados por el ascenso económico y político de los cristianos nuevos. Hay denuncias de que los cristianos nuevos judaizan en secreto y entonces los cristianos viejos claman por una inquisición. El Papa Sixto IV, en noviembre de 1478, mediante una bula, crea la Inquisición Española. La diferencia fundamental era que los reyes de España, a perpetuidad, podían nombrar y remover a los inquisidores sin intervención papal. Además, se creaba un Tribunal Supremo, que era el último órgano de apelación, dependiente de la corona. No se podía apelar más a Roma. Esto convierte a la Inquisición Española en un instrumento político del reino pues los reyes están facultados a nombrar y remover a los inquisidores según su voluntad.

Tomás de Torquemada

    Torquemada fue nombrado Inquisidor Supremo. El primer auto de fe tuvo lugar en Sevilla en 1481, donde fueron quemados numerosos conversos por judaizantes.

El papa Clemente VIII otorgó a la Inquisición Española facultades de revisar todo tipo de impresos y manuscritos y de prohibir la lectura y circulación de los libros y papeles que juzgasen perjudiciales a la moral o contrarios a los dogmas ritos y disciplina de la Iglesia Católica.

    Index de libros prohibidos

La Inquisición en América

El rey Felipe II, por real cédula del 25 de enero de 1569 crea los tribunales de México y Lima, la Inquisición Española cruza el Atlántico. El tribunal de Lima tenía jurisdicción sobre Panamá, Quito, el Cuzco, Charcas, Río de la plata, Tucumán, Concepción, Santiago de Chile, y todos los reinos de las provincias del Perú.

El 15 de noviembre de 1573 se realizó en Lima el y el primer auto de fe en el cual Mateo Salado, de nacionalidad francesa, fue “relajado”, o sea quemado, por ser luterano.

La Inquisición de Lima tenía jurisdicción sobre el Río de la Plata y las diferentes provincias del virreinato. Mediante los comisarios y los familiares establecidos en cada ciudad, controlaban las acciones, el pensamiento y las publicaciones que podían leer los habitantes.

La tortura como método de obtener confesiones y delaciones fue aplicado a hombres y mujeres, mientras escribanos anotaban los dichos de los torturados, incluso sus gritos de dolor. Los presuntos herejes no podían tener acceso a sus causas y tampoco conocer el nombre de los testigos que declaraban en su contra. Los procesos eran largos y costosos. Los condenados estaban expuestos a la expropiación de sus bienes y la condena pasaba a sus descendientes que estaban impedidos de ejercer cargos públicos así como de servir en el ejército y en la iglesia a lo largo de varias generaciones pues, los estatutos de limpieza de sangre, propiciados por la Inquisición, se lo impedían. Los delitos de herejía no prescribían con la muerte, se hacían juicios a los difuntos, con la consecuente expropiación de bienes y la condena a sus descendientes.

Prisionero viendo la sala de tormentos

    El uso de la tortura era común, muchas veces sólo consistía en mostrar al reo la sala de tormento, los verdugos y los instrumentos de tortura. Con sólo mostrarlos se conseguían confesiones y delaciones.

En los casos de que el reo insistiera en sus convicciones era sometido efectivamente a tormento. Los más usados eran: la cuerda, que consistía en sujetar al reo en una mesa y luego dar vueltas a un cordel arrollado a sus brazos y piernas: el del agua, que consistía en verter agua sobre el rostro del torturado impidiéndole respirar; el potro, que era una tabla sostenida por cuatro patas con garrotes que se ajustaban hasta producir dolor; la garrucha, donde el torturado era atado de las manos, elevado y dejado caer violentamente sin llegar al suelo, lo que provocaba intensos dolores en las articulaciones.

Las penas de los condenados podían ser, dependiendo de la gravedad del delito, en penas de carácter espiritual: reprimendas, abjuraciones, usar el hábito de penitente; de carácter económico: multas o confiscación de bienes; o físicas: azotes, prisión, galeras, destierro o muerte en la hoguera.

La Inquisición Española desarrolló su actividad durante más de trescientos años. En los siglos XV y XVI, actuó en contra de los conversos judaizantes, durante los siglos XVI y XVII, contra los luteranos, protestantes, y contra las brujas, luego, en los siglos XVII y XVIII, contra los partidarios de los derechos humanos y los masones. Por último actuó del lado de los realistas durante las guerras de la independencia de América Latina.

En el siglo XVIII, siglo de los Derechos del Hombre, estaban prohibidos, tanto en España como en sus colonias, los libros de los enciclopedistas franceses, así como los escritos de Voltaire y de Rousseau. Los que los poseyeran eran pasibles de tener un juicio con la Inquisición, y si se encontraban libros prohibidos, eran sustraídos y, a veces, quemados. Los derechos humanos y quienes los defendieran eran condenados y perseguidos.

A pesar de ello, muchos de estos libros entraban de contrabando en las colonias españolas y fueron la base ideológica de las luchas de nuestra independencia.

Manuel Moreno, en la biografía de su hermano Mariano dice lo siguiente: “Todos los mejores autores de Europa sobre política, moral, religión, historia, etcétera, que han pasado de cuando en cuando por entre las severas prohibiciones del despotismo inquisitorial hasta Buenos Aires, han ido regularmente a parar al Perú, donde encuentran mejor recepción…siendo los que están encargados de estorbar la circulación de semejantes obras los mismos que las solicitan y colocan con preferencia en sus estantes.” (1)

    Mariano Moreno

Francisco Miranda

    El Precursor venezolano, Francisco Miranda, ya en marzo de 1790, en un plan presentado al primer ministro inglés, William Pitt “denunciaba la perniciosa censura de la Inquisición que prohibía a los hispanoamericanos leer libros útiles o instructivos” (2)

Mientras San Martín era protector del Perú, en el año 1822, se cambió el nombre de la plaza de la Inquisición de Lima por el de “Plazuela de la Constitución”. Un párrafo del decreto del 6 de julio de 1822 dice: “…Aquel sitio será tan memorable en lo sucesivo, como ha sido antes odioso por hallarse en él situado el tribunal del Santo Oficio, donde han gemido tantas víctimas bajo el imperio de la superstición y de la tiranía política… Justo es que se conserve la memoria de las causas y época de este cambiamiento, y que el paraje a donde tantos se han acercado temblando de horror, ofrezca un monumento cuya magnificencia se aumente cada año, y sirva de consuelo a los que mediten la opresión en que han vivido las generaciones pasadas…” (3)

    San Martín

Mariano Moreno, luego del 25 de mayo de 1810 mandó a imprimir el “Contrato Social” de Jean Jacques Rousseau en la imprenta de los Niños Expósitos.

Vemos que la eliminación de la Inquisición formaba parte de la ideología de los patriotas de Mayo y también de la Logia Lautaro, de la que formaban parte San Martín y Alvear. Tal es así que la Asamblea del Año Trece, inspirada por estos próceres, eliminó la Inquisición en el Río de La Plata y mandó a quemar los instrumentos de tortura.

Lamentablemente, de todo lo expuesto nada se enseña en las escuelas de nuestro país. La ignorancia de la Historia impide que formemos nuestras propias opiniones acerca de la Inquisición.

Aquellos que piensan distinto de la ideología o del dogma oficial, aquellos que profesan otra religión, aquellos que tienen otras costumbres y tradiciones y que las quieren conservar, muchas veces fueron perseguidos, torturados, asesinados y finalmente su existencia fue negada. La historia humana está jalonada de hechos de esta naturaleza y yo creo que la única forma de evitarlos es mediante el ejercicio de la memoria. Recordemos para no volver a repetir.



  1. Vida y Memorias del Dr. Dn. Mariano Moreno. Por su hermano Dn. Manuel Moreno. Biblioteca de Mayo, Colección de Obras y Documentos para la Historia Argentina. Tomo II, Autobiografías. Pag. 1166/7.
  2. La vida de Miranda. William Spence Robertson. Pag. 94.
  3. Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Tomos I a III, pag. 549.



Ver el Libro de Visitantes

Firmar el Libro de Visitantes

Enviar Correo



Volver a La página de Chami