Mujeres débiles y tontas que no saben defenderse.

 

                                                                                          por Liliana Mizrahi

 

¿En qué nos estamos equivocando las mujeres?

 

Los femicidios aumentan, las mujeres siguen muriendo en abortos mal hechos, quemadas, golpeadas, acuchilladas, baleadas. Siguen muriendo y las denuncias no resuelven ni salvan, el teléfono es útil, pero a veces se llega tarde. No hay refugios. Las mujeres se mueren, las matan.

 

Cuando hablo de mujeres débiles o debilitadas, me refiero a las mujeres que están disminuidas en su autoestima, acostumbradas a dejarse abusar, transitan la creencia de que el varón puede tener dominio sobre ellas. Creen eso. Se lo enseñaron así, es lo que vivieron. Lo padecieron.

Creencias patriarcales, por excelencia.

Una mujer es débil cuando todavía no ha tomado conciencia de que nadie se puede arrogar el derecho de actuar sobre su cuerpo.

La mujer se debilita cuando se somete, obedece en contra de sus deseos y aún de sus derechos. Se deja abusar porque no sabe qué hacer o con quién contar. Lo puede hacer naturalmente, sin darse cuenta del significado de lo que hace. O recurre a la autorreferencia y cree que es algo que ella hizo.

Una mujer se fortalece cuando desarrolla una conciencia de género amplia y profunda, esta conciencia sienta las bases de un pensamiento crítico social, no sólo sobre su condición de mujer, sino también sobre el machismo, la misoginia y el poderoso patriarcado.

El patriarcado nos quiere débiles y tontas, porque esas mujeres hacen que se afiance su poder, así desarrollar el dominio sobre el llamado sexo débil que pide la protección del patriarcado que aparece como paternalismo.

Cuando pienso en la certeza de que tenemos que saber defendernos, no me refiero sólo a poder tener la fuerza física y los instrumentos que nos permitan una autodefensa física-corporal ante la agresión, antes hay que reconocer la agresión como tal. Muchas mujeres no toman conciencia rápidamente de la violencia psíquica, es verdad que es más difícil de reconocer, pero es muy bueno que las mujeres presten atención a algunos síntomas que anuncian y denuncian la violencia emocional y no demoren en su atención:

*Falta de ánimo para emprender o sostener  proyectos.

*Vivencias de tristeza, desgano, apatía.

*Aumento de la inercia, capacidad de quedarse quieta, no cambiar nada, no mover nada, ni ella misma. La creencia es: “el cambio es imposible”. Falso.

*Estado de confusión. Bloqueo para aprender. Pérdida de lucidez. Y más…

En esos casos, hay que romper cualquier forma de aislamiento, encontrarse y pedir ayuda a otras mujeres o buscar grupos de autoayuda o hacer una consulta psicológica. No trivializar los síntomas que pueden anticipar una depresión. Buscar contención e inteligencia para poder pensar.

Cuando hablo de instalar en la mentalidad de las mujeres la certeza, la creencia, el mandato de: “tengo que saber defenderme”, esa sola creencia ya nos mueve y nos acerca a otro lugar de mayor autonomía y menos dependencia infantil.

No se trata de autosuficiencia, ni de omnipotencia, sino de potencia a desarrollar, una fuerza que es nuestra. Está en nuestro cuerpo y la tenemos que desarrollar.

Las mujeres sí tenemos fuerza, sólo tenemos que estimularla para crecer. desarrollarla, La fuerza física es como la fuerza emocional y psicológica.

Tenemos que creer y querer ser esa mujer fuerte, firme, capaz de poner límites, inteligente y que sabe defenderse en el amplio sentido de la palabra defenderse.

También pasa que las mujeres se ha sobre adaptado y están paradojalmente cómodas.

A las mujeres nos enseñan, a no-saber-defendernos.

Nos enseñan a no-defendernos.

Está bien ser débil. Ser débil es de color rosa, bien femenino.

Y  ahí emerge el paternalismo, que no es otro que el patriarcado disfrazado de varón protector que nos mantiene pequeñas y necesitadas. Las eternas hijas menores de edad que dependen y dependen. Y una mujer que depende tanto, está en inferioridad de condiciones, porque la dependencia la transforma en una “mujer necesitada”, una mujer carente, carenciada, despojada. Controlada. La dependencia infantil debilita, no ayuda a crecer.

Hablo de la importancia de la autonomía en las mujeres.

Yo propongo, en un plan de autoeducación, que las mujeres tratemos de revertir esta realidad: “es fácil matar mujeres”.

Tiene que pasar algo, (no sé que será), para que los varones asuman esta lucha como propia y aprendan a defenderse y a defender.

Autodefenderse no es armarse a la norteamericana, sino tener los reflejos que nos protejan de la violencia externa-interna, doméstica, familiar, de pareja. Social y privada.

Sólo el saber, tener conciencia de que sabemos y podemos defendernos, nos transforma en otras.

Muchas mujeres quieren ser otras y pueden serlo. Otras tienen miedo de crecer y cambiar y no saben que están en peligro.

 

Liliana Mizrahi.

Buenos Aires. Julio de 2012




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