Tod@s por la defensa de la vida

 

                                                                                 Por Liliana Mizrahi

 

Hoy domingo 30 de octubre, leo, entre otros diarios, el matutino La Nación.

Dos cartas sobre los Hogares de Tránsito que me impresionan. Transcribo algunos párrafos.

 

“En nuestro país son miles los niños privados del aire fundamental de la familia.”

“…son abandonados por sus padres biológicos y después son enterrados vivos bajo años de expedientes judiciales hasta que un juez logra la restitución a familiares o bien la adopción.

Sin embargo 1 año o más, sin familia y sin amor, puede significar el destino de un bebé”... para toda la vida.

 

 Inocentes de toda inocencia, nacidos en la calle, sin amor, sin casa, sin familia, sin educación, invisibles, pagan con su vida a diario.

¿Porqué no nos preocupan estos niños?¿porqué no los priorizamos?

 

Una segunda carta sobre Hogares de tránsito habla de la experiencia de recibir niños abandonados, desnutridos, golpeados, abusados y rehabilitarlos para una vida mejor. Niños ni deseados ni queridos por nadie. Nonatos paridos en la intemperie y tirados a la basura o asesinados.

 

En la página 6 del mismo matutino encuentro una enorme solicitada titulada:

Nos unimos para defender la vida”. Una solicitada en defensa del nonato que en su primer afirmación dice:

”estamos a favor de la vida porque sostenemos que todo ser humano tiene derecho a vivir sin que nadie se lo impida”.

Vivir sin que nadie se lo impida es mentira, después de nacer aparecen los impedimentos, las carencias y la indiferencia. Pura hipocresía.

 

“Un niño que muere en un aborto es una persona que el mundo se pierde”

Mentira. Primero están los niños ya nacidos, los que están girando en las calles del mundo.

En un aborto no muere “un niño”, se interrumpe lo que potencialmente será o no, un niño. No hay niño en un aborto, hay un embrión que mide mm. No hay persona, hay un ser parásito que para vivir necesita el soporte vital que le da la mujer su madre, o no.

 

Los niños deben ser protegidos no agredidos”.

Esto es así, debe ser así, pero no es eso lo que pasa,  ¿de qué hablan las dos cartas de lectores que dan testimonio del abandono, desinterés e indiferencia que cae sobre estos niños que sí son niños verdaderos y también son personas. Estos son los que ahora mismo tenemos que cuidar y defender…¿a quién les importa?  

A las iglesias les importa más el nonato que el niño verdadero que necesita amor, cuidados, educación, higiene, juego.

 

Todos y todas estamos por la defensa de la vida. Sin embargo la defendemos desde diferentes lugares y diferentes momentos.

En un embarazo rechazado a mí me interesa la vida de la madre. Si el niño nació, me interesan la madre y el niñ@.

Los señor@s de la solicitada creen que un embrión es una persona y que los niños no queridos o bien no existen, o bien no importa que no sean queridos, dios proveerá, o son descartables además de excluidos.

¿Desmienten el rechazo de esa mujer que quiere interrumpir un embarazo no deseado? ¿niegan su derecho, su libertad, su deseo y necesidad?

A estos señr@s  pro vida les importa el nonato, lo agrandan, lo hipertrofian, lo convierten en un niño con pañales y escarpines aunque sea sólo un embrión parásito.

En la realidad no salvan vidas, dejan morir por indiferencia social, por dogmatismos estériles, por abandono y desinterés. No salvan vidas. Mandan a matar y lo logran.

 

Dice: “…defender la vida es defender el futuro de la comunidad humana”.

Es cierto pero, ¿qué dice la comunidad humana de las guerras? ¿y de las políticas socio-económicas que matan? ¿y el siniestro abandono de estos niños perdidos en la calle? ¿y la desnutrición infantil? ¿y los miles de mujeres que mueren en abortos mal hechos?¿de qué defensa de la vida hablan?

 

Despenalizar el aborto no es matar, es salvar vidas.

Salvar las vidas de las madres que no quieren tener hijos para abandonarlos o regalarlos o ponerlos en una bolsa de basura y tirarlos, o desesperadas matarlos. Interrumpir voluntariamente un embarazo es tener derecho a elegir acerca de la propia vida, y la de otros, es conocer las propias circunstancias y los propios límites. Es tener conciencia. Es reducir la incidencia de embarazos accidentales, salvar la vida de miles de mujeres que mueren solas e infectadas. Es no poner más chicos en la calle o en orfanatos donde son abusados desde todos lados.

 

Estamos de acuerdo en que estamos a favor de la vida. No estamos de acuerdo a favor de la vida de quién. Yo priorizo a los que ya nacieron, a los que están solitos en la calle, en un orfanato, sin amor, violentados, abusados, sin alegría. No son nonatos, ya nacieron, estos sí son niños hay que atenderlos, para eso los trajimos al mundo.

Hay que desarrollar políticas preventivas, de educación, uso de anticonceptivos, conciencia de los riesgos. Los adolescentes que apenas pueden con su sexualidad incipiente están ávidos de saber, cómo, cuándo…

 

Los niños, nacidos y abandonados, están ávidos de todo: familia, amor, caricias, alegría. Ahí está la vida verdadera. Ellos están esperando entender para qué vinieron a este mundo si nadie los quier
Liliana Mizrahi




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