El
ejemplo
Por Liliana Mizrahi
Brasil. San Pablo. Febrero de
1988. Comunidad de Nazaré.
Llegaba mucha gente a Nazaré, a
veces por 1 día, otras se quedaban meses, otros se iban. O sea, iba y venía
gente, eso nos permitía estar informados si algo importante pasaba en el mundo.
Traían correos. Meditaban con nosotros, comían y hacían algún trabajo para la
comunidad.
Un anochecer llegó un hombre
negro, corpulento con el que tuve una pequeña conversación que no olvido. Nunca
más lo volví a ver, pero lo que me dijo fue muy importante porque me permitió
ver lo mismo que estaba viendo pero desde otro lugar.
El se acercó a mí y me preguntó
directamente si yo tenía hijos. El me dijo que sí tenía hijos. Yo dije que
tenía 2 hijos varones, adolescentes, que vivía con ellos, separada del padre.
Seguí contando cuestiones sobre el tema hijos, que no es un tema menor y en ese
momento yo me sentía un poco abrumada con la rebeldía adolescente de mis hijos.
El también hablaba de sus hijos.
La conversación tenía una gran intimidad y profundidad, parecía que nos
conocíamos de toda la vida y que siempre habíamos conversado así.
En un momento mi amigo, y seguirá
siendo mi amigo, me dijo:
En
realidad lo único que les dejamos a los hijos es el ejemplo.
Después de eso, nos dimos un
abrazo y nos despedimos, para siempre quizás.
Hay gente que pasa por nuestra
vida, dice algo que trasciende en nosotros, se va, pero no lo olvidamos, nos
dijo exactamente lo que necesitábamos escuchar y por suerte lo oímos, lo
sepamos o no, por eso conviene estar atenta.
Alguien que vi por unas horas, el
primer negro con el que tuve una conversación y me dice algo que resuena en mí,
para siempre, y lo sigo contando.
Liliana Mizrahi. Buenos Aires. Enero 2013