Interrupción voluntaria del embarazo y su debate.

 

                                                               Por Liliana Mizrahi

 

Hace pocos días recibí un mail de una mujer de 25 años (desconocida) diciendo:

“Estoy desesperada. Tengo 25 años, estoy embarazada y no quiero tenerlo. Se lo dije a mi marido con total claridad, pero no se cuidó ni me cuidó. Yo ahora quiero estudiar y trabajar. No es el momento en que quiero criar y disponer de tiempo para una criatura. ¿cómo me hizo esto?
Tengo claro que no deseo un hijo, pero ¿qué hago? Por favor estoy desesperada. Pido ayuda. ¿adónde puedo llamar, quién me puede ayudar a salir de esto? Tengo ganas de matarme”.

Yo le contesté dándole un teléfono dónde la informen, la ayuden a pensa y le informen acerca del uso del misoprostol.

Un debate sobre la interrupción voluntaria de la gestación merece una discusión inteligente. Se trata de aprender a pensar en cosas que quizás no hemos pensado, por ejemplo: el derecho de las mujeres a decidir con libertad sobre su propio cuerpo y sobre sus maternidades. Un debate inteligente incluye cuestionamientos, preguntas, búsquedas. Aprender a escuchar las razones de lxs otrxs.
Debatir no es pelearse, insultarse o gritarse ¡asesinxs!. Se trata de entender y comprender de qué se trata esta realidad y poder ponernos en el lugar del otrx.

Un debate sobre el derecho a decidir las propias maternidades, por las mismas mujeres, requiere una mirada realista: el aborto existe, no es algo que va a suceder, el aborto es una realidad que se practica a diario en buenas o, en pésimas condiciones. Las mujeres, (pobres y ricas), abortan cuando no quieren ni pueden asumir gestaciones accidentales y no deseadas. Transgreden mandatos  ancestrales de una iglesia que debería estar en penitencia. Una iglesia sin autoridad moral, pero cree que sí la tiene.
Las mujeres carenciadas mueren. Las que pagan una buena atención médica siguen viviendo.
En la pedofilia (delito encubierto por la misma Iglesia), los curas pedófilos también se creen con derechos sobre los cuerpos de los niños a su cargo. Y también los matan con su abuso de poder perverso y cruel. Los matan en vida con el manipuleo de sus cuerpos y sus almas. Se mata de muchas maneras, con balas, con palabras, con mentiras, violando. Hay mucha gente muerta caminando por la calle.

¡Por suerte! Las mujeres ya no se someten a mandatos arcaicos, que las ignoran como sujetos de su propia vida, y dueñas de sus propios cuerpos. En una marcha a favor de la despenalización escuché a las mujeres cantando y saltando:
¡saquen sus rosarios de nuestros ovarios!

¿entonces, qué hacer con esta realidad conflictiva y tensa?

Un debate inteligente sobre la interrupción voluntaria del embarazo (I.V.E.) exige una mirada que permita ver la compleja totalidad social que rodea y atraviesa el tema.

Sabemos que: No hay anticonceptivos seguros, (salvo las píldoras), no hay educación sexual real en las escuelas, y por lo visto, no mucho en las familias, o sea: hay ignorancia, la peor enfermedad. La iglesia condena todo lo que pueda condenar: el profiláctico, los anticonceptivos, la pastilla del día después, la educación sexual, las consejerías, el aborto. Hay culpa, vergüenza, miedo, malentendidos entre las mismas mujeres, sentimientos generados por la penalización y  criminalización del aborto. Esto afecta seriamente la salud mental de las mujeres, colocándolas en un lugar lapidario, y sometidas a mandatos patriarcales fuera de toda realidad y verdad. Mandatos injustos.

Una mujer que no quiere, no desea tener un hijo, es mejor que no lo tenga. ¿porqué debería someterse?¿porqué no se la considera sujeto de derecho?

Los dogmas, los prejuicios, los clichés y estereotipos, las etiquetas, las certezas falsas bloquean, paralizan y debilitan la evolución del pensamiento. Le quitan esa tonicidad crítica del pensamiento que crece y ahonda, en busca de significados profundos.
El pensamiento dogmático pierde flexibilidad, sutileza y sensibilidad. Es un pensamiento pre-cocido de antemano. Cuyo sentido, en muchos casos, se perdió.
Quedamos bloqueadxs, idiotizadxs a la espera de una verdad… una revelación que no sucede.

Yo creo que para pensar el tema hay que detenerse, parar un poco, y observar el relato que construye  la narrativa social, política, religiosa, educativa… el relato que se va construyendo, en esta compleja sociedad contemporánea.

 

Liliana Mizrahi


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