La coraza de la calabaza


Por Liliana Mizrahi

 

 

Brasil. San Pablo. Comunidad de Nazaré. Febrero de 1988.

 

Volví a la cocina por un par de días porque había llegado mucha gente a trabajar en alguna cosa. Nadie venía de visita a que lo atendiéramos. Venían a terminar algún trabajo que ya habían comenzado. O a lavar la cantidad de vidrios que había. O a cosechar algo de la huerta. O amasar el pan.

 

Volví a la cocina, la misma cocina de antes, pero yo era otra, no era la que había que sentar a separar el arroz bueno del que no servía. Había entrado en la comunidad, ahora en serio y así lo tomé la vida ahí. Volví a la cocina con amor.

Nada de todo esto quiere decir que no nos divertíamos, bailábamos danzas circulares o danzas sagradas, eran meditativas y producían una gran paz.

 

Volví a la cocina y me dieron varias calabazas para pelar.

Entonces yo dije que lavaba muy bien la cáscara, las hervía con la cáscara y luego le extraía la pulpa fácilmente.

 

Me dijeron que en la comunidad no se hacía así. Se pelaba la calabaza, se le quitaba con un cuchillo su cáscara dura y cuando estaba bien, bien pelada se la ponía a hervir.

 

¿Porqué pelar? Pregunté yo, si como yo hago es más fácil. ¿cuál es el aprendizaje?

 

Me contestaron:

“en la vida hay que tomarse el trabajo y el esfuerzo de sacarse las corazas que uno se pone para protegerse, para aislarse, para alejarse, para no dejarse herir, para no dejarse tocar”.

 

“Me hablaron de la importancia de asumir la propia vulnerabilidad y hacerse cargo”.

 

“Me dijeron de la importancia de no instalar muros que nos separen del otro.”

 

La coraza representaba la insensibilidad, la distancia, el desafecto, la defensa, lo duro lo rígido de cada uno. También hablaron de corazas que se sacaban y se volvían a poner.

 

Mientras me respondían, con verdadero esfuerzo pelaba la coraza de la calabaza.

 

Me dijeron que las corazas vuelven a crecer y se transforman y que hay que estar atentos a las corazas propias y ajenas, a las nuevas y a las viejas, a las propias y las heredadas.  Inolvidables corazas de calabazas.

 

Liliana Mizrahi. Enero de 2013.





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