¿Por qué me hago esto? 

                                                                           Por Liliana Mizrahi


“Me hago cosas de las que después me avergüenzo, me culpo, me arrepiento y necesito reponerme y remontar lo que me hice. Antes creía que esas cosas me pasaban. Ahora sé que me las hago. Ni hablar de que tengo que juntar mis pedazos, pedir mil veces perdón, tratar de reparar lo que rompí o dañé. ¿Acaso todavía no me doy cuenta de porqué me hago lo que me hago? me doy cuenta, pero no aprendí nada, porque repito y repito, como en un afán de avergonzarme y sentirme culpable. Estoy enojada conmigo y no sé qué hacer.”

 

Nos hacemos cosas a nosotros mismos, varones y mujeres, todo el tiempo. Sin querer. Queriendo. Sobre todo nos agredimos cuando tenemos la autoestima muy baja y nos sentimos agredidos y culpables.

Nos hacemos cosas que nos hieren, nos avergüenzan, nos dejan mal parados frente a los otros y frente a nosotros mismos. Son verdaderas agresiones. Desde cosas insignificantes hasta cuestiones vitales importantes.

Nos hacemos cosas:

¿Asumimos la titularidad de nuestras conductas agresivas contra nosotros mismos? o, ¿seguimos creyendo que las cosas nos pasan?

¿Porqué me hago cosas que son malas para mí misma? no entiendo.

A veces, parece un juego infantil. ¿Me castigo, me lastimo? ¿tengo culpa? ¿tengo bronca conmigo o con otro? ¿no me doy cuenta? ¿me estoy vengando de alguien? ¿tan poco y tan mal me quiero? ¿para qué lo hago? ¿para qué me sirve? ¿me odio?

¿me doy cuenta? Sí, en ese momento me quiero destrozar pero... ¿a quién odio?

Quizás para darme cuenta que estoy disociada- sin- saberlo. Separada de mí misma, ajena, escindida. Atención: ¿estoy obedeciendo algún mandato condenatorio, acusatorio, alguna sanción? ¿a quién obedezco?

¿estoy obedeciendo un mandato de “no- darme-cuenta”?

¿me hago cosas como un ataque a nuestra lucidez? ¿A nuestra inteligencia?

En esta nota me voy a detener en: la disociación como mecanismo de defensa y la auto-humillación.
 

Es difícil darse cuenta cuando uno/a, está disociado, no son tan fácil de ver las partes separadas y en pugna, contradictorias entre sí cuando están separadas, censuradas, temidas, silenciadas, omitidas.

Cuando un@ está disociado existe la sospecha que un@ alberga alguna contradicción y una de las partes de esa contradicción es silenciada, desviada, omitida. Estamos disociadas de nuestras contradicciones, de nuestros dilemas con una parte de la realidad.

 

Disociadas, como si no se tratara de nosotras mismas.

*Nos exigimos con severidad, o nos abandonamos. No nos cuidamos. No nos preservamos. Seguimos cumpliendo con dogmas sacrificiales e inmolatorios del patriarcado, sin reconocerlo y sin medir ni creer en las consecuencias, ni en los costos.

Seguimos sometidas y obedeciendo un superyó sádico, que es donde empieza a gestarse la enfermedad.

*Somos omnipotentes y mesiánicas, a imagen y semejanza del patriarcado.

Somos peligrosas hasta para nosotras mismas/ porque somos también una fabricación del patriarcado.

*Nos exponemos demasiado. Nos ponemos en riesgo de ser atacadas, de atacarnos. Jugamos en los bordes de la cornisa. Estamos muy a mano del otro que golpea y no  sabemos defendernos. Creemos que somos otras, (la de nuestra fantasía), no las que realmente somos. Corremos peligro, y no nos damos cuenta. Falla la señal de alarma. No pedimos ayuda. Nos sobre-adaptamos. Justificamos al maltratador.  Lo incorporamos. Nos convertimos en nuestro propio maltratador.

*Somos complacientes, permisivas, en cuestiones en las que deberíamos poner límites. Creemos que la complacencia es amor, bondad, generosidad y no! es ingenuidad, complicidad. Aguante sin conciencia. Aguante sin darse cuenta que está aguantando, soportando y acumulando injusticias, frustraciones e impotencia. Somos pasivas y juntamos (en silencio) broncas, rencores, resentimiento.

Nos cuesta romper la inercia y tomar la iniciativa de salir de la trampa.

*Tardamos años en tomar una decisión que sabemos que es vital tomarla,… y sin embargo, la estiramos, la demoramos para más adelante y pasa el tiempo, y perdemos el tiempo, como si no fuera nuestro tiempo y como si no fuera real.

El tiempo es real y pasa irreversiblemente. Se pierde para siempre.

Nos hacemos eso, nos demoramos en la vida, esperamos, perdemos, no vivimos.

*Demoramos o saboteamos el proceso o el final de una carrera, un negocio o un vínculo. Creamos obstáculos. Complicamos. Exageramos. Desgastamos.

Tenemos conductas paradojales, queremos irnos pero nos quedamos. Y nos quedamos cuando deberíamos irnos. Y cuando tenemos que quedarnos, nos vamos.

Saboteamos encuentros, oportunidades que nos importan y sin embargo… perdemos, maltratamos /nos maltratamos/ y nos dejamos maltratar por otros.

 

Disociadas, como si no se tratara de nosotras mismas.

*Nos cuesta poner límites, porque vivimos el “ponerle un freno al otro”, levantar la voz para defenderse, como si fueran conductas agresivas hacia el otro, y parece que no sabemos que “límites es amor”, y si tenemos que poner un límite, es porque el otro lo está pidiendo. Las mujeres, algunos varones también, tienen un “mecanismo  auto-referencial de culpa obligatoria”.

Se sienten culpables siempre… y de todo.

Dan vuelta la escena” para sentirse culpables. Se echan la culpa encima.

*Poner límites es cuidarse, respetarse y es también aprender a reconocer los propios límites. Resolver la disociación en la que estamos. Ser una.

*Los límites a tiempo son preventivos de los estallidos de violencia porque, poner límites significa detener algo que no queremos aguantar más, no queremos reprimir nuestra necesidad y nuestra decisión de parar, de no ocultar lo que sentimos, de afirmar nuestra autoridad sobre nosotras mismas.

*Hacemos cosas en contra/ en nuestra propia contra, (¡qué loco!) y no lo sabemos, hasta que algo estalla, se rompe y ahí nos damos cuenta, ahí sí sabemos, que nos hemos dañado /engañado / enfermado… y también a otros.

 *Organizamos nuestros desastres o, contribuimos inconcientes a su organización. ¿Organizamos nuestras propias pérdidas? 

*Funcionamos disociadas, muchas veces y mucho tiempo. Somos dos, pero no nos damos cuenta y no queremos darnos cuenta, hasta que sucede el encuentro de las partes disociadas de la contradicción y entonces surge el roce, el choque, cruce…

Nos enseñan a vivir disociadas, divididas, separadas, desencontradas de nosotras mismas. Somos una adentro y otra afuera. Lo privado y lo público. Nos pasan o hacemos cosas que no queremos que se sepan. Somos una para nosotras y otra para los otros, queremos gustarles y que nos quieran. Y somos otra adentro, para nosotras, que no nos gusta, y no queremos ni escuchar y tratamos de silenciar, porque no sabemos que hacer con esa parte.

 

Disociada quiere decir dividida, separada de mí misma. No estoy entera. Y no estar entera es, no estar enterada de quién soy, estoy divorciada de mí misma / sin hablarme / y sin escucharme. Estoy divorciada de mí misma y sin saberlo.

 

Liliana Mizrahi.

Agosto de 2012

 



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