13 de abril de 2007, en la librería
La Boutique del Libro.
Comienzo contando que hace 50 años
nos encontramos con Carina en la Escuela General Las Heras, de la calle Julián
Alvarez. Estábamos en 5 grado y ya leíamos y escribíamos poesía. Me
pregunto:
¿Quiénes éramos en ese momento? Y
te pregunto?
¿Qué era la poesía para vos?
“Cuando el corazón se siente a sí mismo, entonces nace la poesía”, dice Novalis.
El poema no es sólo una forma literaria sino un lugar de encuentro, de empatía y de comunión con la poesía, con el otro y con nosotros mismos.
Si bien la materia última del poema es el misterio, yo intuyo que el secreto del poema es la capacidad de convertirse en espejo, o sea la capacidad o no de mirarnos y reconocernos en el poema también nosotros como metáfora.
¿Por qué escribimos poesía?
Para salvarme. Es un mundo alternativo al que no puedo renunciar. La poesía se me impone y me hace escribirla, ella me escribe a mí.
Encontré una imagen que me gusta: Un poema es como una gran caracola que cuando uno se la apoya en la oreja resuenan todos los ecos de nuestra subjetividad, de la propia historia personal, de la historia universal, del mundo y la vida.
A mí me pasó eso con los poemas de Carina
Resueno con estos versos del primer poema: “lejos... mi ciudad borrada del mapa cotidiano”.
Un libro es el desarrollo, la maduración o bien, la rectificación de alguna historia personal lejana, de alguna pregunta primera, de búsquedas que nos aguijonean. Lo cierto es que el texto ya está en nosotros, sin que lo sepamos, hasta que encontramos el hilo que nos conduce a él. El texto se hace sentir o notar, nos da pistas, indicios... hasta llega a golpear nuestra puerta, porque quiere entrar, quiere ser dicho.
El libro en tanto espejo y en tanto eco, me remiten a preguntas que puede ser que yo conozca o no.
En tanto espejo y eco, yo resueno con Carina en los siguientes versos:
En la página 19, la poeta, la protagonista, camina. Siento junto a ella el frío de esa mañana de nieve, miro con ella a las inglesas que pasean sus perros, ella me va llevando, y de pronto, un encuentro me sorprende, me asombra el azar y me conmueve:
“un...(el) hijo sentado en el
café leyendo el diario
un domingo
el encuentro casual
los breves momentos de felicidad.”
Dice Octavio Paz, dice en El Arco
y la Lira:
“Desde que empecé a escribir poemas me pregunto si de veras vale la pena hacerlo. ¿No sería mejor transformar la vida en poesía que hacer poesía con la vida?
Yo creo que no es excluyente hacer poesía con la vida y transformar la vida en poesía. Las dos alternativas son, y son potables.
Volviendo al libro de nuestra autora, transformar la vida en poesía sería ¿enamorarse de un árbol? En la página 17 dice la poeta:
“Se enamoró de un árbol, es el comienzo de una historia de
amor. ...
El árbol está ahí, ... Un árbol
sólo para ella. Un árbol que posee un horizonte”
Yo viví 23 años enamorada de una
palmera que se llamaba Fénix y ahora me enamoré de un jacarandá pequeño que
se llama José Jacobo.
La poesía revela/denuncia/inventa este mundo que habitamos, la poesía crea otros mundos/refugios/bunkers/
La poesía nos permite jugar, inventar, copiar, exorcizar. Nos re inventamos en cada poema.
La poesía aísla y une: es un viaje de ida y un retorno.
Dice la poeta:
“leve nos sea la tierra, dios del exilio y la desesperanza”
El poeta que hay en nosotros sabe más de nosotros, que nosotros mismos, nos supera. El poema nos revela verdades que ni intuimos, es premonitorio, se anticipa y nos dice cosas de las que ni nos damos cuenta.
La poeta inventa, copia, copia de copias, crea otras realidades, incluso tecnológicas... “la muerte una procesadora de textos”
El poema que es encuentro es diálogo con alguna ausencia cercana o quizás una presencia lejana.
Un poema es un pedido, una vocación, una flecha lanzada al vacío.
“Los fantasmas esperan la
oscuridad/ el silencio/ para saltarle a la cabeza”
Carina ha logrado algo difícil de lograr para mí en un poeta, un viejo tesoro, como diría Byron, como es tener una voz propia, su voz a media voz (como dice Manuela Fingueret) en la contratapa. En una respiración pausada y con un ritmo sostenido, ella dice cosas que laten con mayor o menor intensidad, pero dice y dice... y el tiempo parece que se detiene, no pesa, pero no, el poema sigue, colmado de sí, autosuficiente y a la vez carenciado,
La poesía es exorcismo, magia, conjuro, premonición, oráculo
Compensación, condensación del inconsciente. La poesía nos permite conquistar la conciencia de que somos algo más que tránsito.
La Poesía es hija del azar y del cálculo,
es verdad profunda y ficción. Pessoa diría: el poeta es un fingidor
Carina habla de cambiar la vida, dice
que cambiar la vida es posible, que rejuvenece, es cierto, cambiar es una
suspensión de lo conocido, desestructurar rutinas,
desconocerse, aprender con hambre, ser otro/a, se suspende el ánimo, un invento
dentro del propio tiempo, nosotros tres sabemos que cambiar la vida, virar y
cambiar el rumbo es posible.
O bien no, para muchos no es posible
y en cambio sí perderse en un horizonte de paredes, perder un paraíso perdido
de antemano, ella dice:
“Se pierde o se gana siempre
se pierde, es cierto, se pierde porque se
transforma.”
No hay inmovilidad, no es posible, la inmovilidad es una ilusión, un espejismo del movimiento y esa pregunta que nos aguijonea desde hace años y cambia y parece siempre distinta, en realidad es la misma, es siempre la misma pregunta que todavía no hemos descubierto.
“Escribo entre los huecos de
un hambre insospechada”
Cada verso es una creación poética insospechada, inédita, única. Eso es tener una voz propia poder decir que se tiene un hambre insospechada y que en mí resuene su voz, hay eco y que me refleje en ese espejo
Carina respira tranquila su poesía,
recorre sus calles interiores, laberintos de su infancia o su juventud, hasta
que alcanza su propia voz sin esfuerzo, así nos llega.
Todos tuvimos infancia, todos hemos amado alguna vez, el hambre de amor y la infancia nos conducen a la participación, abiertos, confiados, disponibles a la entrega.
El poema, el encuentro poético es un acto amoroso de la conciencia.
Uno siempre agradece un buen libro, por el trabajo que supone, por la sensibilidad que expresa, por todo lo que remueve en nuestro mundo singular. Lo importante de este libro es que lo escribiste y ya está hecho, ahora es de nosotros, que cada uno se asome y se refleje. Ya no es tu tarea ni tu responsabilidad, entregalo en la confianza de que lo vamos a cuidar.
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Liliana Mizrahi