INDICE DICE
*Introducción: No es fácil amar a los hijos.
*Advertencia indispensable a las lectoras
*Instituciones matrocinantes de esta obra.
*Lo recaudado con la venta de este libro.
*Pujo I
¿Qué clase de madre es usted, eh?
Tipología materna.
*Pujo II
La Tara Materna High Institute.
S.E. Rut Milagros Lajmayin.
*Pujo III
Programa RIA. Relactancia Inducida para Adultos.
Servicio de Nodrizas Voluntarias.
Kit Fetal UPC. Dra. Golda Fleming
*Pujo IV
Jornada de lucha por la preservación de la especie madre purasangre.
Dra Melanie Jreyn.
*Pujo V
La culpa es derecha y humana.
Licenciada Zoila Tantan Kulpera.
*Pujo VI
La Universidad Tus Hijos no son Tus Hijos.
Profesor Dr. El Profeta.
*Pujo VII
Consultorio Matronal.
Licenciada Teresita Buensenno.
*Pujo VIII
Cuentos de sabiduría para madres en tránsito
* Babasai, Sei bebe y las madres agarraderas
por Jean Paul de Sastre
* ¿Cómo no temer el lecho de mi madre?
por Zafo de Tebas
* El Padrelobo rey, Mamávasija y las semillitas transgresoras.
por Simone de Beaudoir.
* Epílogo confuso por la emoción y Parto.
* Bibliografía y Puerperio.
Ilustraciones de Liliana Mizrahi
No es fácil amar a los hijos
Tengo 59 años y 35 de maternidad.
Como tantas mujeres he sentido que mi destino, más allá del propio deseo, era ser madre. Probablemente se trate del mandato más poderoso que cae sobre nosotras.
Escribo este libro para desentrañar el misterio de una experiencia que ingenuamente creo que era natural, fácil y obligatoria. Natural es, porque la anatomía ayuda, pero me llevó tiempo darme cuenta que no es obligatorio ser madre, ni es fácil amar a los hijos adultos con la misma candidez con que se ama a los niños.
Escribo este libro desde un cuerpo teórico y desde un cuerpo de mujer con estrñas y episiotomías. He gestado, abortado, parido, amamantado y criado.
Escribo este libro, también, para curarme del escándalo que la maternidad desató en mi corazón cuando mis hijos crecidos y maduros se fueron a hacer su vida y me dejaron a solas con la mía.
El asombro me tuvo desconcertada un tiempo. La casa ordenada, el silencio, el teléfono que sonaba sólo para mí, la ausencia de zapatillas embarradas, de ropa sucia y de toallas tiradas, los gastos que disminuían sensiblemente, la comida sin tocar en la heladera, la música y el volumen a mi gusto, la liberación (por fin) del fútbol por TV...
Comencé a sentirme deprimida.