Opinión
Trata de blancas
Por Liliana Mizrahi
Creemos
que ciertas cuestiones, como el tráfico de personas, no tienen
lugar, es decir no existen, salvo como ficción en los medios de
comunicación. Creemos que es retórico, que hablan de una
realidad que no es y no puede ser real, porque parece que está
más allá de todos los límites de la realidad y de cualquier
posibilidad de ser un hecho. Si es real, sólo sucede en la
mente de algún afiebrado. Y no es así.
Tampoco creemos mucho en la esclavitud. Creemos en serio que
la abolió la Asamblea del año XIII. Sin embargo, sí existe,
es real, es presente y es una creación más de la mente humana.
Es una realidad siniestra pero es un hecho material, no virtual.
Pienso que no, no puede ser real. Sin embargo, escucho y leo que
día a día, desaparecen jóvenes mujeres, niñas y niños. Y
por lo que leo en los diarios, se va ampliando la conciencia
frente a estas realidades que parecen inverosímiles.
Comercio sexual, tráfico de personas, venta de órganos,
servidumbre, prostitución, turismo sexual adulto e infantil. Se
trata de las nuevas prácticas de explotación y
servidumbre.
La trata de blancas cambió de nombre, porque ahora es el tráfico
de personas: mujeres, hombres, niños, que son
buscados, elegidos y captados o secuestrados. Los trasladan
hacia los centros de prostitución, con el objetivo bien claro
de comerciar con ellos, en contra de su voluntad. Desaparecen,
nadie los encuentra, no tiene documentos porque se los sacan,
están encerrados, aislados, torturados, incomunicados y/o
asesinados.
En Argentina, esta realidad: la explotación sexual laboral
sigue creciendo. Argentina es un país barato para los turistas
que vienen, no sólo a ver el glaciar, o los bosques de Palermo,
o el obelisco, si no también a hacer turismo sexual infantil,
por muy poco dinero y sin demasiado peligro, con la complacencia
de la policía de seguridad.
El objetivo del tráfico de personas es la explotación.
Esto incluye la explotación sexual o prostitución, el trabajo
no remunerado o mal remunerado y/o servicio forzado, la
servidumbre, la esclavitud y la extracción de órganos. El tráfico
de personas incluye la trata o tráfico de inmigrantes, las
diferentes formas de explotación de un trabajo pagado de un
modo vil, porque la fuerza de trabajo se paga muy mal, o no se
paga, pero sí se organiza el hacinamiento para alcanzar una
producción masiva en condiciones de exigencia inhumana.
Argentina es parte de un circuito internacional del crimen
organizado. Se trata de un negocio que da ganancias
similares al tráfico de drogas y al tráfico ilegal de armas.
Por cada menor explotado sexualmente, se puede obtener 13.000 dólares
mensuales o alrededor de 130.000 por año.
Siete mujeres menores de edad o niñas pueden llegar a
producir 80.000 dólares por mes.
En Argentina hay una ruta interna en el tráfico de
mujeres y niñas destinadas a la prostitución y a la
servidumbre sexual. Salta, Jujuy, Chaco, Catamarca y sobre todo
Misiones, son los principales proveedores de menores para la
prostitución. Son las provincias donde se captan y reclutan con
más facilidad niños y jóvenes, a los que se lleva a
diferentes puntos del país.
Hay muchos niños y niñas sueltas, niños de la calle, muy
pobres, necesitados, fáciles de llevar y hacer desaparecer, o
bien se los compra por poco dinero a padres muy pobres y re
cargados de hijos que mantener y se los revende a los proxenetas
de los prostíbulos.
¿Cuáles son las variables que propician esta
realidad?
La pobreza, el desamparo, el desarraigo, la impunidad con que
operan estas redes, la ignorancia, la falta de educación, la
violencia familiar, la búsqueda de salida de tanta miseria y
hambre, la orfandad, el vacío legal, las complicidades
entretejidas que la convierten en red. El hambre, el deseo y la
ilusión de salirse de ese lugar y cambiar las alternativas de
la vida es muy grande. El hambre no es virtual, es concreto,
pero se banaliza su significado. La falta de educación y
prevención es también muy grave, pero se superficializa y
minimiza sus riesgos. También se trivializa el maltrato, la
tortura, la servidumbre, las violaciones repetidas a que son
sometidos esos niños y jóvenes.
Vivimos en una cultura de lo superficial que nos infantiliza
y nos resta o bloquea la conciencia crítica y el contacto con
la realidad.
La provincia de Misiones provee de un flujo constante de niños
para turismo sexual, incluso para países vecinos. Hay un
movimiento de más de cuatro mil niños en la red de turismo
sexual infantil.
En esta red organizada del crimen, hay buscadores
y captadores que buscan a sus víctimas, hacen
contacto, tratan de ganar su confianza y la de su familia, ponen
avisos, frecuentan zonas donde hay muchas jovencitas, prometen
buenos trabajos, buenos sueldos, estudios, prometen la salida de
la miseria para toda la familia y en poco tiempo, de ese modo
captan a las víctimas a las que prometen cuidados, amparo, una
vida mejor. Esta parte del trabajo lo hacen los captadores y los
reclutadores.
Luego viene el viaje, (que la víctima deberá
pagar o en su defecto contraer una deuda), viaje
hacia ese destino ilusorio, entonces aparecen los
transportistas.
Después del viaje alguien las recibe y la lleva a algún
lugar para vivir. Como la víctima debe pagar por todo esto:
viaje, transporte, hospedaje, comida, están también los prestamistas
que proveen de dinero con altos intereses, y embarcan a la víctima
en una deuda que con el tiempo se hace impagable y en la que las
jóvenes hipotecan su vida.
Las mujeres, las niñas, y los niños también, son llevados
a un burdel, donde se las prepara para el nuevo
trabajo, se les enseña y se las entrena, esto quiere decir que
se las somete a violaciones reiteradas.
O bien, se los usa para la mendicidad en la calle. En general,
viven en esas casas-burdeles, están aislados de la población
del lugar, salvo a través de su trabajo, no se comunican con
sus familias, reciben muy malos tratos, abusos y tortura de toda
índole, golpes, violaciones, palizas, a muchas jóvenes y niñas,
que no se disciplinan, se los encadenada en alguna cueva y se
los deja sin comer, para evitar su huída. Son duramente
castigadas si no obedecen. Los traficantes de personas dominan
con el terror, las familias están amenazadas, si estas mujeres
tienen hijos, están amenazados de secuestro, o bien son
secuestrados, sometidos, vigilados... comienza un camino de difícil
retorno.
Estas mujeres y niños son seres altamente vulnerables, su
indefensión que ya venía de antes se cronifica, y se les hace
cada vez más difícil defenderse. Están solos, aislados, sin
medios para salir y amenazados.
Los explotadores evitan que se establezca cualquier tipo de vínculo
afectivo que las ayude a liberarse, también por eso se las
cambia de lugar y se las lleva de un punto a otro de la república.
Están controladas y son pocas las que sobreviven para contarlo.
En la red de prostitución infantil, hay
nenas de primera clase, de segunda y de tercera, según de donde
vengan, su atractivo físico, y las preferencias de los
consumidores que pagan para desovar, descargarse, y las piden
cada vez más jóvenes.
Son los usuarios, compran un sexo muy excitante para ellos, sexo
rápido y al paso. Eyaculan y se van, son turistas o son
consumidores ocasionales que no re-aparecen.
Estas chicas y chicos son “mercancía”,
se venden y se compran, se usan y al tiempo se descartan, se los
hace producir cantidades de dinero del que no participan.
La expansión de estas redes parece ilimitada por la magnitud
de las complicidades que la alimentan y sostienen. Funcionarios,
políticos, fuerzas de seguridad, traficantes de droga... todos
participan del negocio, por eso se hace tan difícil de
descubrir y desmantelar.
Estamos hablando de una realidad humana, que quizás existe a
la vuelta de nuestra casa o a pocas cuadras. Hablamos de lo
siniestro, lo ominoso (como diría Freud), en la condición
humana. Estamos hablando de promoción de la prostitución,
privación ilegítima de la libertad y reducción a servidumbre.
Hablamos de seres humanos, hombres, mujeres, niños y niñas,
sin oportunidades.
Sigamos hablando de este tema..., es necesario darnos cuenta
que no es realismo mágico, no es ficción, es una realidad que
merece que la reconozcamos y levantemos la voz.