NUESTRAS CONCIENCIAS SE MOLDEAN SEGÚN MANDATOS DE PODER

 

El espíritu maniqueo se pronuncia en términos de condena o redención: no hay bien ni mal, sólo sometimiento o culpa.

Jueces, sabios, santos, guardianes de la ley, la justicia, Dios, el padre, figuras espectrales que neutralizan esfuerzos y nos imponen perspectivas limitadas.

Los fantasmas que crecen en nuestras conciencias manipuladas ilustran en que medida la coerción y la represión del sistema han sido incorporados como autorrepresión. Nuestras conciencias se moldean según los mandatos de poder. El carácter destructor‑activo de la acusación y la condena tiene como escenario principal nuestra propia conciencia. Ahí gestamos la certeza de nuestra culpabilidad.

La vivencia de "irregularidad", el sentimiento de "estar-fuera-de-lugar" nos inducen a aceptar como "natural" la irracionalidad y la arbitrariedad de las condenas. La culpa no nos permite creer en nosotras mismas.

 

 

 

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