NUESTRAS CONCIENCIAS SE MOLDEAN SEGÚN MANDATOS DE PODER
El
espíritu maniqueo se pronuncia en términos de condena o redención: no hay
bien ni mal, sólo sometimiento o culpa.
Jueces,
sabios, santos, guardianes de la ley, la justicia, Dios, el padre, figuras
espectrales que neutralizan esfuerzos y nos imponen perspectivas limitadas.
Los
fantasmas que crecen en nuestras conciencias manipuladas ilustran en que
medida la coerción y la represión del sistema han sido incorporados como
autorrepresión. Nuestras conciencias se moldean según los mandatos de poder.
El carácter destructor‑activo de la acusación y la condena tiene como
escenario principal nuestra propia conciencia. Ahí gestamos la certeza de
nuestra culpabilidad.
La
vivencia de "irregularidad", el sentimiento de "estar-fuera-de-lugar"
nos inducen a aceptar como "natural" la irracionalidad y la
arbitrariedad de las condenas. La culpa no nos permite creer en nosotras mismas.
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Liliana Mizrahi
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