Lunes, 7 de junio de 2010
Opinión
Defender lo indefendible
Por Liliana Mizrahi *
En muchas mentalidades de varones y mujeres, habita la misoginia. Estas gentes son, además, socios activos del patriarcado. Valores ancestrales consagrados. En esas cabezas, vive la creencia de que la impunidad está asegurada.
Se descarta el delito, se lo omite. Cuando comprueban que la realidad no es así, se sorprenden e inmediatamente “dan vuelta la escena”, alteran la realidad.
Se invierten los términos del conflicto. Se transfiere la culpa a la jovencita, y la responsabilidad a la familia y, santas paces. Nada alivia tanto como evacuar la propia responsabilidad en los otros. Los abusadores son “chicos (alrededor de 30 años), de buenas familias, van a misa, honran a sus madres y padres, tienen esposa e hijos y se confiesan los domingos”, además se estaban divirtiendo un poquito, revolcados en esa doble moral burguesa y enferma.
“Vivimos revolcados en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados” (Discépolo).
La adolescente abusada se convierte en la “fácil” del pueblo, rápida y gauchita de sólo 14 años, es funcional a esa impostura.
La escena es loca porque está invertida, al invertirla le cambian el significado. Eso es muy frecuente, el peligro es que altera y pervierte la percepción de la realidad, pero la ilusión es seguir viviendo en la impostura, flor de escenografía.
¿El violador puede ser víctima de una nena de 14, desbordada de hormonas? ¿Todo es igual? “Los ignorantes nos han igualao ¡qué falta de respeto! ¡qué atropello a la razón!”
Una niña o joven abusada, que no fue contenida adecuadamente y atendida a tiempo, se “identifica con el agresor”, se entrega, busca castigo y así, se revictimiza y se vulnera más aún. La escena invertida la enferma aún más.
* Psicóloga y ensayista, autora de Mujeres en plena revuelta y La mujer transgresora.
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http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/sociedad/3-147105-2010-06-07.html
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