Entrevista
de Guayaquil
Índice:
Carta al general Miller del 19 de abril de 1827
Carta a Ramón Castilla del 11 de septiembre de 1848
Testimonio del general Enrique Martínez
Testimonio de Juan Manuel Iturregui
Testimonio de Mariano Balcarce
Carta de San Martín a Bolívar del 29 de agosto de 1822
Conclusiones acerca de la versión de San Martín
Oficio del 29 de julio de 1822
Relación enviada el Intendente de Quito, General A. J. De Sucre
Carta de Bolívar a Santander del 29 de julio de 1822
Carta de Bolívar a Santander del 3 de agosto de 1822
Oficio del 9 de septiembre de 1822
Conclusiones acerca de la versión de Bolívar
La
entrevista entre San Martín y Bolívar tuvo lugar los días 26 y 27 de julio de
1822 en la ciudad de Guayaquil. Los dos libertadores, el del Norte y el del Sur,
conferenciaron a solas, sin la presencia de testigos. Es frecuente rodear de
misterio a la entrevista, por que para determinar lo realmente conversado entre
ellos es necesario recurrir a fuentes indirectas o comentarios de los próceres
a terceras personas. Por ese motivo existe además una polémica entre los
historiadores bolivarianos y los sanmartinianos acerca de lo tratado por los
libertadores en la entrevista. Para San Martín, lo tratado en la conferencia
era un secreto que se debía guardar para no poner en peligro las operaciones
militares contra los realistas, que todavía no estaban definidas, y por varios
años no reveló lo conversado. Bolívar, en cambio, produjo a los pocos días
de la entrevista varios informes redactados por su secretario, en el que da su
versión acerca de lo tratado con San Martín en Guayaquil. Bolívar omitió en
sus informes el pedido de San Martín de unir ambos ejércitos y de este modo
terminar en forma rápida la guerra. Sin embargo, como podremos ver en el
desarrollo de este trabajo, existen numerosas pruebas que indican que el pedido
realmente existió.
Un
estudio detallado de la entrevista se encuentra publicado en Internet, redactado
por el profesor Jorge G. Paredes. En él se examinan minuciosamente los trabajos
de diferentes historiadores tanto de origen argentino como colombianos,
venezolanos y de otras nacionalidades. Lo que sigue está basado en gran parte
en dicho ensayo.
Es
importante tener en cuenta el contexto internacional en la época en que se
produjo el encuentro de los libertadores. En Europa estaba vigente una alianza
de los reinos más poderosos del momento, llamada “La Santa Alianza”. Se había
formado luego de la derrota de Napoleón y estaba compuesta por Austria, Prusia,
Inglaterra, Rusia y Francia. Esta última había dejado de ser república y
vuelto a la monarquía. La alianza tenía como fin garantizar el
mantenimiento del orden absolutista y reprimir cualquier intento de alterar la
situación política de la Europa de la Restauración, con la posibilidad de
poder intervenir militarmente en cualquier país en los que se produjeran
movimientos liberales, republicanos y revolucionarios. En España había ocurrido en 1820 una revolución liberal al mando de
Rafael de Riego, la que sería aplastada tres años después por los ejércitos
de la Santa Alianza. La forma de gobierno consentida en Europa era la monarquía
constitucional y el sistema republicano era pensado como una fuente de anarquía
y desorden.
A
continuación veremos el estado de la lucha por la independencia de los ejércitos
libertadores. En primer lugar las acciones del ejército de San Martín y a
continuación la campaña de Bolívar en el norte de América del Sur,
finalmente la situación de la provincia de Guayaquil.
Las
tropas rioplatenses, reunidas con las chilenas, derrotaron a los realistas en la
batalla de Maipú, 5 abril de 1818, cerca de Santiago de Chile, con lo que se
alejaba el peligro de una invasión a Las Provincias Unidas del Río de la Plata
por la ruta del Pacífico. Solo permanecían algunos reductos realistas en el
sur de Chile los que fueron derrotados poco tiempo después. El próximo paso en
el plan de San Martín era liberar el Perú de la dominación española. Para lograrlo era preciso el
dominio de Océano Pacífico, que, por el momento, lo ejercía la flota española.
San Martín y O´Higgins, junto con la ayuda del gobierno de las Provincias
Unidas, se abocaron a crear una escuadra argentino/chilena concediendo el mando
al almirante escocés Tomás Cochrane. Esta fuerza naval libró varios combates
derrotando a la flota española del Pacífico y despejando el camino para la
expedición a Lima. El 20 de agosto de 1820 partían las naves de la expedición
al Perú desde Valparaíso, al mando de Cochrane, mientras las fuerzas
terrestres estaban al mando de San Martín, que también era el general en jefe
de toda la fuerza, tanto naval como terrestre. Luego de algunas escaramuzas los
realistas decidieron abandonar Lima sin librar batalla. El 5 de julo de 1821 se
retiraron de la ciudad dejando el terreno abierto para San Martín, quien se
instaló con su ejército en Lima, proclamó la Independencia del Perú el 28 de
julio de 1821 y asumió la jefatura del gobierno con el título de Protector del
Perú.
Mientras tanto, Bolívar, que había llegado a Haití procedente de Jamaica, consideró que era el lugar adecuado para preparar un ejército para iniciar una campaña militar hacia Venezuela. Preparó una expedición marítima conocida como la Expedición de los Cayos que salió el 23 de marzo de 1816 con rumbo a la isla de Margarita, desde donde empezaría de nuevo sus operaciones militares.
A partir del año 1818 la situación se volcó definitivamente a favor de los patriotas y desde entonces prácticamente su avance por el continente se hizo imparable, lo que permitió que Bolívar, desde Venezuela, y Francisco de Paula Santander, desde Nueva Granada, empezaran a coordinar acciones conjuntas.
Junto con los preparativos militares también se realizaron acciones políticas importantes: el 15 de febrero de 1819, el Libertador reunió el Congreso de Angostura, acontecimiento en el que pronunció una de sus mejores composiciones políticas. El resultado de este Congreso fue el nacimiento oficial de la República de Colombia, conocida como la Gran Colombia, cuya extensión abarcó en ese momento los territorios de la Nueva Granada y Venezuela. También el Congreso proclamó a Bolívar Presidente de la República y a Francisco Antonio Zea como Vicepresidente.
Fue entonces cuando Bolívar realizó una de sus hazañas militares más destacadas que se consideraba imposible con los medios de la época: el Paso de los Andes, en una estación poco propicia para ello. El enfrentamiento decisivo con los realistas fue en la Batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819, que resultó en una gran victoria para Bolívar. Durante los próximos dos años, la oposición realista fue completamente eliminada. El 24 de junio de 1821 en la Batalla de Carabobo, campo cercano a la ciudad de Valencia, se obtuvo una victoria decisiva sobre el ejército español.
Mientras esto acontecía, en octubre de 1820, el Puerto de Guayaquil proclamó su independencia de España. José Joaquín de Olmedo, designado jefe político de la provincia convocó a un cabildo abierto el cual se reunió el 9 de octubre. En él se decidió nombrar y ratificar autoridades, siempre y cuando juraran lealtad al nuevo régimen independiente.
La junta guayaquileña, deseando asegurar su posición, convino solicitar la ayuda de las expediciones libertadoras del sur y del norte. San Martín, que todavía no había entrado a Lima, acordó enviar hacia Guayaquil, en calidad de comisionados, a Tomás Guido y a Toribio Luzuriaga. Con fecha 30 de diciembre de 1820 se suscribió un convenio entre la junta de gobierno y Guido, por el cual la junta mantenía la independencia de Guayaquil hasta que se lograse la total independencia de la América del Sur.
Al poco tiempo, el general colombiano, Antonio José de Sucre, entró con sus tropas en Guayaquil y firmó otro acuerdo entre la Junta de Guayaquil y el Gobierno de Colombia. Pero las fuerzas de Sucre fueron derrotadas por el general español, Aymerich, por lo que la junta guayaquileña, con fecha 17 de septiembre, se dirigió a San Martín, solicitándole auxilio militar. San Martín envió la división del norte, al mando de Andrés de Santa Cruz que estaba compuesta por tropas del Río de la Plata, chilenas, peruanas, y los Granaderos a Caballo, la elite del ejército de San Martín. Se reunieron ambas fuerzas y Sucre avanzó con su ejército hasta las lomas de Pichincha, donde el día 24 triunfó el ejército libertador. El 29 de mayo de 1822 Quito quedaba incorporado a la República de Colombia.
Para conocer las intenciones de San Martín y de Bolívar con respecto de la provincia de Guayaquil es interesante leer el intercambio de correspondencia entre ambos en los meses previos a su encuentro:
Transcribo un párrafo de la carta de San Martín a Bolívar del 3 de marzo de 1822:
Por las comunicaciones que en copia me ha dirigido el gobierno de Guayaquil, tengo el sentimiento de ver la seria intimación que le ha hecho V. E. para que aquella provincia se agregue al territorio de Colombia. Siempre he creído que en tan delicado negocio el voto espontáneo de Guayaquil sería el principio que fijase la conducta de los Estados limítrofes, a ninguno de los cuales compete prevenir por la fuerza la deliberación de los pueblos. Tan sagrado ha sido para mí este deber, que desde la primera vez que mandé mis Diputados cerca del Gobierno, me abstuve de influir en lo que no tenía una relación esencial con el objeto de la guerra del Continente.[1]
Bolívar le responde a San martín el 22 de junio de 1822 desde Quito lo siguiente:
V. E. Expresa el sentimiento que ha tenido al ver la intimación que hice a la Provincia de Guayaquil para que entrase en su deber. Yo no pienso como V. E. que el voto de una provincia debe ser consultado para constituir la Soberanía Nacional, porque no son las partes sino el todo del pueblo el que delibera en las asambleas generales reunidas libre y legalmente. La Constitución de Colombia da a la provincia de Guayaquil una representación de lo más perfecta, y todos los pueblos de Colombia, inclusive la cuna de la libertad, que es Caracas, se han creído suficientemente honrados con ejercer ampliamente el sagrado derecho de deliberación.[2]
Vemos que en estas dos misivas que, mientras San Martín proponía para determinar el futuro de Guayaquil una consulta con el voto de la provincia, Bolívar entendía que Guayaquil era parte de Colombia y que ella por sí no podía determinar acerca de su independencia o de su anexión al Perú.
Es importante además, tener en cuenta las cartas que envió San Martín, con fechas previas a la conferencia de Guayaquil, solicitando ayuda militar a distintos gobiernos de América: al gobernador de Córdoba, Juan Bautista Bustos, el 15 de mayo de 1822; a José María Urdininea, gobernador de Salta, el 16 de mayo de 1822; Al gobernador de Jujuy, Gorriti, también el 16 de mayo de 1822; a Manuel Molina, gobernador de Cuyo, en la misma fecha; a Bernardo O´Higgins director de Chile, 6 de junio de 1822.[3] Es decir que cuando San Martín partió hacia Guayaquil, ya había solicitado ayuda a los gobernadores de las provincias del Norte argentino y al gobierno de Chile.
A comienzos de 1822, Bolívar
tenía la intención de emprender la campaña al Sur desde Guayaquil. San Martín,
en conocimiento de este plan, decidió entrevistarse con Bolívar en dicha
ciudad y emprendió el viaje. El 19 de enero de 1822 San Martín delegó el
mando político en el marqués de Torre Tagle. Sin embargo, Bolívar decidió
otro movimiento de su ejército, avanzando hasta Quito por vía terrestre. San
Martín se impuso de esta nueva en Huanchaco, puerto que había tocado en su
marcha a Guayaquil. En consecuencia, el Protector emprendió el regreso a la
capital del Perú, llegando a esta ciudad los últimos días de febrero.
Como vimos en el intercambio de correspondencia anterior, Bolívar estaba decidido a incorporar la provincia de Guayaquil a Colombia. Su intención era impedir su anexión al Perú o su conformación como estado soberano y autónomo. Con este propósito llegó a Guayaquil el 11 de julio y aquel mismo día se presentó ante el Cabildo, donde se discutió la incorporación de Guayaquil a Colombia, produciéndose la anexión el 13 de julio de 1822.
En los meses previos a la entrevista hubo un nuevo intercambio de correspondencia entre Bolívar y San Martín acerca de la cuestión militar. El 17 de junio de 1822 Bolívar escribía:
Tengo la mayor satisfacción en anunciar a V. E. que la guerra de Colombia está terminada, y que su ejército está pronto para marchar donde quiera que sus hermanos lo llamen, y muy particularmente a la patria de nuestros vecinos del Sur, a quienes por tanto títulos debemos preferir como los primeros amigos y hermanos de armas.[4]
El 13 de julio de 1822, desde Lima, San Martín le escribía a Bolívar lo siguiente:
El Perú es el único campo de batalla que queda en la América, y en él deben reunirse los que quieran obtener los honores del último triunfo, contra los que ya han sido vencidos en todo el continente. Yo acepto la oferta generosa, que V. E. se sirve hacerme en su despacho de 17 del pasado: el Perú recibirá con entusiasmo y gratitud todas las tropas de que pueda disponer V. E., a fin de acelerar la campaña y no dejar el menor influjo a las vicisitudes de la fortuna: espero que Colombia tendrá la satisfacción de que sus armas contribuyan poderosamente a poner término a la guerra del Perú; así como las de éste han contribuido a plantar el pabellón de la república en el Sud de su vasto territorio.[5]
Podemos ver, en este intercambio de correspondencia entre los libertadores, previo a la entrevista de Guayaquil, una promesa de Bolívar de llevar sus armas al Perú y un propósito de San Martín de recibir al ejército colombiano con el fin de lograr una rápida terminación de la guerra.
También el Tratado de Confederación entre Perú y Colombia, firmado el 6 de julio de 1822 en nombre de los respectivos gobiernos por Bernardo Monteagudo y Joaquín Mosquera, dice lo siguiente:
El gobierno de la república de Colombia por una parte, y por otra el del estado del Perú, animados del más sincero deseo de poner prontamente un término a las calamidades de la presente guerra, a que se han visto provocados por el gobierno de S. M. C. el rey de España, decididos a emplear todos sus recursos y fuerzas marítimas y terrestres para sostener eficazmente su libertad e independencia; y deseosos de que esta liga sea general entre todos los estados de América antes española, para que unidos fuertes y poderosos sostengan en común la causa de su independencia, que es el objeto primario de la actual contienda; [...][6]
Vemos que los objetivos son: “poner prontamente un término a las calamidades de la presente guerra” y “para ello emplear todos sus recursos y fuerzas marítimas y terrestres”, encontramos nuevamente expresados en este tratado los objetivos que San Martín abrigaba para terminar con la guerra.
Pero, como advertimos más arriba, el mismo 13 de julio Bolívar anexaba Guayaquil a Colombia. Sin estar al corriente de estos hechos, el 14 de julio el Protector zarpó del Callao a bordo de la goleta "Macedonia", rumbo a Guayaquil. El día 25 fondeaba en la isla de Puná situada en la entrada de Guayaquil. Allí encontró que Bolívar había resuelto en forma definitiva y unilateral el problema en torno a esa provincia y que los miembros de la junta y algunos simpatizantes de su anexión al Perú se habían refugiado en los barcos de la escuadra peruana surtos en dicho puerto.
Al mediodía del 26 de julio de 1822, descendió San Martín con su comitiva y una pequeña escolta. Desde el muelle hasta la casa escogida para el encuentro de los dos libertadores, se encontraba formado un batallón de infantería, que en orden de parada hizo los honores que por su alta graduación y rango se le debían. Al llegar a la residencia, Bolívar lo esperaba al pie de la escalera. Comenzaron enseguida las felicitaciones de las corporaciones, de las diversas personalidades y de las damas guayaquileñas. Concluido el ceremonial del recibimiento, ambos libertadores tuvieron su primera entrevista en tierra, la cual fue a puertas cerradas y sin testigos, prolongándose por espacio de hora y media. La tarde del mismo 26, el Protector visitó a Bolívar en su casa, teniendo ambos caudillos una nueva entrevista confidencial, aunque esta vez más corta, pues duró aproximadamente una media hora. Al término de ella, el Protector se retiró a su alojamiento, donde en aquella noche del 26 recibió el saludo de numerosísimas personas.
El día 27 sería el último de permanencia en Guayaquil de San Martín. Antes de ir a visitar nuevamente al Libertador, dejó arreglado todo el equipaje, porque tenía la intención de partir inmediatamente después de su asistencia a la fiesta, que en su honor, se daría esa noche en el Cabildo. Al mediodía el Protector abandonó su alojamiento y se trasladó a casa del Libertador, donde sostuvo con éste una tercera entrevista, tan confidencial como las dos primeras, más larga que ellas, pues se prolongó de la una a las cinco de la tarde. Luego, ambos se trasladaron a un gran salón donde se llevó a cabo un banquete. Más tarde, el Protector asistió al baile ofrecido en su honor. La fiesta reunía lo más selecto de la sociedad guayaquileña, así como jefes y oficiales del ejército colombiano, chileno y argentino. A la una de la mañana, del ya 28 de julio, el Protector comunicó al Libertador su retiro, el cual se llevó a cabo en forma sigilosa, sin que nadie se diese cuenta, a través de una puerta excusada. San Martín fue acompañado por el Libertador hasta el muelle, lugar desde el cual ambos caudillos se despidieron. Nunca más volverían a verse.
Después de más de 20 días
de travesía, San Martín llegó a su destino, ingresando a la ciudad de Lima el
19 de agosto, siendo aclamado vivamente por el pueblo limeño. A su llegada al
puerto del Callao fue informado la deposición de su ministro Bernardo
Monteagudo. Inmediatamente San Martín lanzó una proclama al pueblo peruano en
la que en le daba cuenta de su entrevista con Bolívar: “[...] tuve la
satisfacción de abrazar al Héroe del Sud, fue uno de los días más felices de
mi vida.” [7]
Hasta
ahora hemos narrado el aspecto externo del encuentro entre San Martín y Bolívar.
Como las reuniones se realizaron sin la presencia de testigos acerca de lo
tratado en ellas los podemos saber por referencias directas ¾escritas
por los mismos actores¾
o indirectas, que corresponden a diversos testimonios de los allegados a ambos.
Comenzamos por las cartas enviadas por San Martín acerca de lo tratado en la entrevista y luego los testimonios de aquellos que recibieron sus confidencias.
En primer lugar analizaremos la carta que San Martín dirigiera al general Miller de 19 de abril de 1827. Éste le había solicitado a San Martín detalles sobre su actuación en Perú y sobre la logia de Buenos Aires. Transcribo la parte de la carta que se refiere a la conferencia:
En
cuanto a mi viaje a Guayaquil, él no tuvo otro objeto que el de reclamar del
general Bolívar los auxilios que pudiera prestar para terminar la guerra del
Perú, auxilios que una justa retribución (prescindiendo de los intereses
generales) lo exigía por los que el Perú tan generosamente había prestado
para libertar el territorio de Colombia. Mi confianza en el buen resultado
estaba tanto más fundada cuanto el ejército de Colombia, después de la
batalla de Pichincha, se había aumentado con los prisioneros, y contaba con
9.600 bayonetas; pero mis esperanzas fueron burladas al ver que en mi primer
conferencia con el Libertador me declaró que, haciendo todos los esfuerzos
posibles, sólo podía desprenderse de tres batallones con la fuerza total de
1.700 plazas. Estos auxilios no me parecieron suficientes para terminar la
guerra, pues estaba convencido que el buen éxito de ella no podía esperarse
sin la activa y eficaz cooperación de todas las fuerzas de Colombia; Así es
que mi resolución fue tomada en el acto, creyendo de mi deber hacer el último
sacrificio en beneficio del país. Al día siguiente y a presencia del
vicealmirante Blanco dije al Libertador que, habiendo dejado convocado al
Congreso para el próximo mes el día de su instalación sería el último de mi
permanencia en el Perú; añadiendo: “ahora le queda a Ud., general, un nuevo
campo de gloria en el que va Ud. a poner el último sello a la libertad de la América.”
[8]
La segunda carta de San Martín está dirigida a Ramón Castilla, en ese momento Presidente de la República del Perú, remitida desde Boulogne Sur Mer el 11 de septiembre de 1848, es el segundo testimonio personal del Protector sobre su entrevista con Bolívar. Con respecto a Guayaquil dice lo siguiente:
He aquí, mi querido general, un corto análisis de mi vida pública seguida en América: Yo hubiera tenido la más completa satisfacción habiéndola puesto fin con la terminación de la guerra de la independencia en el Perú, pero mi entrevista en Guayaquil con el general Bolívar me convenció (no obstante sus protestas) de que el solo obstáculo para su venida al Perú con el ejército de su mando, no era otro que la permanencia del General San Martín, a pesar de la sinceridad con que le ofrecí ponerme bajo sus órdenes con todas las fuerzas de que yo disponía.
Si algún servicio tiene que agradecerme la América, es el de mi retirada de Lima, paso que no sólo comprometía mi honor y reputación, sino que me era tanto más sensible, cuanto que conocía que con las fuerzas reunidas de Colombia, la guerra de la Independencia hubiera sido terminada en todo el año 23.[9]
A continuación siguen los testimonios de los que recibieron confidencias de San Martín.
El general Enrique Martínez, general del ejército de los Andes y jefe del estado mayor, cuando se desempeñaba como Presidente de Trujillo, recibió información de San Martín acerca del verdadero objeto de la entrevista:
Este no tuvo más que recabar del General Bolívar un auxilio de fuerzas para terminar la campaña del Perú, a lo que se negó Bolívar. [10]
El general Rudesindo Alvarado, a cargo del ejército patriota luego del alejamiento de San Martín en el año 1822, antes de encarar su campaña al sur solicitó la incorporación de tropas colombianas que Bolívar había enviado al Perú ante una solicitud de San Martín. El general Juan Paz Castillo, jefe de la división de Colombia en el Perú se negó a hacerlo alegando instrucciones de Bolívar según una carta fechada el 15 de noviembre de 1822 donde le que decía: “que la división colombiana no sea comprometida en ningún caso sin probabilidad de buen suceso, y en caso de revés o de no creer que deba comprometerse, se repliegue al territorio de Colombia.”[101]
El testimonio de Alvarado es el siguiente:
Pocos días después del regreso del Protector de Lima reunió el Congreso y dimitió ante él el gobierno que había ejercido, embarcándose en la noche del mismo día con destino a Chile. Le habría seguido por mis deseos; pero comprometido mi honor a llevar adelante el plan de operaciones, preparado por el general San Martín espere a que se organizara un gobierno, como se practicó por el congreso, nombrando de su seno tres señores patriotas como lo eran el general La Mar, Vistaflorida y Alvarado, hermano mío. Este gobierno, que empezó bajo felices auspicios, dio su aprobación al plan de operaciones establecido por el Protector; y tuvieron lugar conferencias repetidas en su presencia con el general Arenales y conmigo: todo parecía activarse en perfecto acuerdo y principié a embarcar los cuerpos destinados al Sur. La carta del Libertador, de que ya he hecho mención, me acusaba alguna inquietud y por esta causa llamé al coronel Paz del Castillo antes de embarcarme y le dije: que reunidos en las fuerzas expedicionarias de mi mando los pabellones argentino, chileno y peruano me sería muy grato y honroso asociar al colombiano, si podía darme uno de los batallones de su mando, a lo que contestó no estar autorizado para ello. Le recordé el contenido de la carta del Libertador que él conocía, por la que ponía aquella división a mis órdenes; pero fue inútil, se negó absolutamente. Mi juicio se aclaró entonces y supe positivamente era exacto cuanto el general San Martín me había manifestado a su regreso de Guayaquil. Quizá llegue un día en que la historia aclare y ponga en transparencia el secreto que ocultan estos sucesos.[102]
La noche del 20 de septiembre de 1822 San Martín, luego de haber dimitido ante el Congreso peruano al mando supremo y mientras ultimaba los preparativos para abandonar definitivamente el Perú, hizo valiosas confidencias a su lugarteniente, amigo y confidente, Tomás Guido, sobre los motivos de su retiro:
Le diré a Vd. sin doblez: Bolívar y yo no cabemos en el Perú: he penetrado sus miras arrojadas; he comprendido su desabrimiento por la gloria que pudiera caberme en la prosecución de la campaña. Él no excusará medios, por audaces que fuesen, para penetrar en la república seguido de sus tropas; y quizás entonces no me sería dado evitar un conflicto a que la fatalidad pudiera llevarnos, dando así al mundo un humillante escándalo. Los despojos del triunfo de cualquier lado a que se inclinase la fortuna, los recogerían los maturrangos, nuestros implacables enemigos, y apareceríamos convertidos en instrumentos de posiciones mezquinas. No seré yo, mi amigo, quien deje tal legado a mi patria, y preferiría perecer, antes que hacer alarde de laureles recogidos a semejante precio.[11]
En 1825 el peruano Juan Manuel Iturregui visitó, en Bruselas, a José de San Martín. Conversando sobre los sucesos de 1822 el Protector le hizo algunas confidencias que Iturregui las ha dejado consignadas:
Que jamás había temido ni por un instante que hubiese podido fracasar la Independencia del Perú una vez proclamada y estando sostenida por la opinión pública, [...] que no obstante, había creído justo y conveniente entrar en un acuerdo de unión y amistad con el general Bolívar, así por la identidad de la misión de ambos en Sur América, como para que aquel general auxiliase al Perú con parte de su ejército y se pusiese un término más corto a la guerra con los españoles, [...] que desde luego había encontrado en este general las mejores disposiciones para unir sus fuerzas a las del Perú, contra el enemigo común, pero que al mismo tiempo le había dejado ver muy claramente un plan ya formado y decidido de pasar personalmente al Perú y de intervenir en Jefe, tanto en la dirección de la guerra como en la de su política; que no permitiéndole su honor asentir a la realización de este plan, era visto que de su permanencia en el Perú, debía haber resultado un choque con el general Bolívar [...] y conociendo las inmensas ventajas que todo esto debería dar a los españoles, se había decidido a separarse del teatro de los acontecimientos, dejando que el general Bolívar, sin contradicción ninguna, reuniese sus fuerzas a las del Perú y concluyese la guerra; [...][12]
Mariano Balcarce, esposo de Mercedes Tomasa, hija de don José de San Martín, recibió numerosas confidencias de labios de su suegro. En carta fechada en París a 8 de agosto de 1882 y dirigida a Bartolomé Mitre, Balcarce consigna las confidencias que San Martín le hiciera sobre su entrevista con Bolívar:
Los [documentos] que yo poseo, y es mi deseo y voluntad pasen a sus manos con el tiempo, no arrojan ninguna nueva luz sobre la entrevista de Guayaquil y retirada del Perú, cuyas causas se hallan explicadas en la carta a Bolívar y me fueron repetidas veces confirmadas en conversaciones íntimas por mi ilustre padre, quien me aseguró que no habiendo logrado la cooperación que esperaba del Libertador para completar rápidamente y sin gran efusión de sangre la independencia del Perú, convencido que su presencia era un obstáculo a las aspiraciones de Bolívar, y podía prolongar por mucho tiempo la guerra y la ruina del país, [...] resolvió hacer abnegación de su gloria personal y dejar que Bolívar, con su numeroso ejército, completase y consolidase la emancipación del Perú.[13]
Balcarce hace en esta carta a Bartolomé Mitre una referencia indirecta a la controvertida carta publicada por Lafond que veremos más adelante.
En 1845 Domingo Faustino Sarmiento visitó a San Martín en Grand Bourg y obtuvo en dicha ocasión valiosas informaciones sobre la entrevista de Guayaquil. De estas conversaciones, surge el discurso que Sarmiento diera en el Instituto Histórico de Francia, al cual asistió el general San Martín. Sarmiento nos dice que“Aquella relación fue compuesta casi bajo el dictado de San Martín y mereció su completa aprobación”.[14]
Transcribo algunos párrafos de la misma:
Reunidas las fuerzas de ambos ejércitos, la última campaña contra los realistas podía terminarse en algunas semanas, con todas las seguridades del triunfo.
[...] San Martín, [...] no queriendo ver más que el buen éxito de las operaciones militares principiadas en el Perú, venía con el ánimo libre de toda idea ulterior a solicitar la cooperación de Bolívar para llevar a buen fin la campaña.[ ...] Solicitaba el reemplazo de las bajas que había experimentado la división auxiliar dada a Sucre, porque necesitaba soldados para continuar la guerra; pedía la reincorporación de Guayaquil al Perú, porque había pertenecido al virreinato. [...]
Cuando se trataba de reemplazar las bajas, Bolívar contestaba que esto debía estipularse de Gobierno a Gobierno; sobre facilitar su ejército para terminar la campaña del Perú, oponía su carácter de Presidente de Colombia, que le impedía salir del territorio de la República. [...]
San Martín creyó haber encontrado la solución de las dificultades, y como si contestase al pensamiento íntimo del Libertador: “Y bien, general”, le dijo, “yo combatiré bajo sus órdenes. No hay rivales para mí cuando se trata de la independencia americana. Esté Vd. seguro, General, venga al Perú; cuente con mi sincera cooperación; seré su segundo”.[15]
Sarmiento, años después, en un artículo escrito en 1867 acerca de la entrevista de Guayaquil escribe lo siguiente:
El objeto de mi vista era muy simple. Desde luego la anexión de Guayaquil, que había dado ocasión a desavenencias. Nuestra misión como generales, le decía yo, es sólo vencer a los españoles. Los pueblos arreglarán sus límites. Por otra parte, yo no tenía fuerzas para abrir una nueva campaña contra los españoles, y era necesario reunir nuestras fuerzas. Iba pues a ofrecerla el mando en jefe de ambos ejércitos, poniéndome yo a sus órdenes.
A todo esto, Bolívar oponía que él dependía absolutamente del Congreso de su país y no podía arreglar nada por sí. [...][16]
He dejado, deliberadamente, para el final el análisis de esta carta personal de San Martín a Bolívar. Ello debido a que sobre la autenticidad de dicho documento se ha desatado una ardorosa polémica. El conocimiento de esta carta fue posible gracias a Gabriel Lafond de Lurcy, de nacionalidad francesa, quien estuvo al servicio de la marina peruana después de la primera rendición del Callao. Veintiún años después, Lafond publicó en París una obra titulada Voyages autour du monde et naufrages célèbres, entre los años 1843-1844, cuyo segundo volumen está consagrado a la independencia americana. Lafond solicitó a San Martín documentos, según se puede constatar en 8 cartas sucesivas existentes en el archivo de San Martín en el museo Mitre.[17]
Podemos decir que existen dos posiciones irreconciliables acerca de la autenticidad de esta carta, un grupo sostiene que esta misiva es apócrifa, en tanto que otro afirma que es auténtica. Hay una tercera posición: la que sostiene que a pesar de que ella tiene casi todas las características de ser auténtica, sin embargo, no se puede aún concluir que ella lo sea. No se encontró el manuscrito original y ello constituye uno de los argumentos de los que le niegan su autenticidad.
Para los historiadores venezolanos, los principales impugnadores, (Vicente Lecuna y Cristóbal L. Mendoza, sus más notables críticos), el objetivo de la carta era desprestigiar a Bolívar y exaltar a San Martín, para hacer aparecer a Bolívar como ambicioso, vanidoso y de un personalismo enfermizo, en tanto que a San Martín se mostraba lleno de desprendimiento, desinterés y bondad; y no sólo esto, sino que intentaba además justificar su retiro del Perú en momentos tan difíciles en la lucha de este país contra las fuerzas realistas, y no podía ser de mejor forma que echándole la culpa a Bolívar de tal decisión.[18] Esta sería la razón por la cual San Martín consintió en su divulgación pues la carta fue publicada en 1844, en vida de San Martín, sin mediar una desmentida.
Una discusión detallada acerca de la autenticidad de la carta se encuentra en el artículo ya mencionado de Jorge Paredes por lo que remitimos al lector interesado a dicho artículo.
Es necesario aclarar que para la versión San Martín no tomaré en cuenta la controvertida carta de Lafond. Idénticas conclusiones pueden sacarse del resto de los documentos en los que su autenticidad no está discutida. San Martín señala que su visita a Guayaquil tuvo como principal objetivo el reclamar de Bolívar el auxilio del ejército colombiano. Esto se repite en todas las oportunidades que habló de la entrevista. A Miller le expresó que él pensaba que el buen éxito de la empresa no podía esperarse sin la activa y eficaz cooperación de todas las fuerzas de Colombia. A Castilla le dice: “...cuanto que conocía que con las fuerzas reunidas de Colombia y del Perú, la guerra de la independencia hubiera sido terminada en todo el año 23”. Idénticas observaciones encontramos en los escritos del general Enrique Martínez, de Guido, Iturregui Balcarce, Sarmiento, y en el tratado de Confederación entre Perú y Colombia, que ya hemos visto.
Mi conclusión es que San Martín no fue a pedir simple auxilio o refuerzos, los cuales ya estaban de antemano acordados, sino que, en atención a su plan que se había trazado para terminar con los realistas, fue a tratar con Bolívar sobre la colaboración del grueso del ejército colombiano. Esta colaboración, de convertirse en realidad, significaría el pase de Bolívar al Perú al mando de dicho ejército. El ejército unido en tal caso tendría que tener necesariamente un comandante en jefe y esto explica porque en la versión de San Martín él ofrece dicho cargo a Bolívar. Éste respondió que haciendo el máximo esfuerzo solo podría desprenderse de tres batallones, es decir de un total de 1070 plazas. San Martín consideró dichos auxilios como totalmente insuficientes. Este resultado negativo para los planes que había forjado San Martín fue lo que decidió su retiro del Perú. Es necesario señalar que el retiro prematuro de San Martín no tiene ningún misterio, ya que estaba decidido desde algunos meses antes del viaje. En efecto, en una carta a O’Higgins del 10 de agosto de 1821, después de asumir el mando político y militar del Perú, obligado por “los amigos” (la logia), le escribe:
“he tenido que hacer el sacrificio, pues conozco que al no hacerlo así, el país se envolvía en anarquía. Espero que mi permanencia no pasará de un año, pues Ud. conoce mis sentimientos, sabe que no son mis deseos otros que el de vivir tranquilo y retirarme a mi casa a descansar”. [19]
En una carta de García del Río a San Martín, fechada en Santiago de Chile el 21 de marzo de 1822, escribe:
[...] me parece absolutamente
indispensable, que cuando usted regrese de su viaje, entre otra vez en el mando
y se reciba de él con la mayor solemnidad posible, enseguida procede usted a la
apertura del Congreso; y allí puede renunciar el mando político, sin que
entonces tenga nadie que morder a Ud., ni quede lugar a creer que el paso ha
sido forzado. Ésta es mi opinión: Ud. resolverá sobre todo lo que crea más
conveniente”.[20]
Si es cierto que San Martín no deseaba el mando político sin embargo ello no debe ser confundo don la jefatura militar de la gesta emancipadora. Él deseaba seguir al mando del ejército libertador del sur, anhelaba concluir la independencia del Perú. A Castilla le escribió: “Yo hubiera tenido la más completa satisfacción habiendo puesto fin con la terminación de la guerra de la independencia del Perú, pero mi entrevista...”.
Sintetizando, San Martín fue a Guayaquil a solicitar la unión de los dos ejércitos para terminar la guerra de la independencia de América del Sur. En los días previos al encuentro también había solicitado refuerzos a Chile y las provincias del norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Además le propuso a Bolívar la Jefatura Suprema del que tendría que ser el ejército unido libertador y le ofreció servir a sus órdenes, pero en vista que Bolívar no aceptó, San Martín decidió dejarle campo libre para que Bolívar concluyera dicha gesta libertadora. Guardó el secreto de lo tratado en la entrevista pues la guerra de la Independencia no estaba concluida y los realistas tenían un importante ejército en el Alto Perú.
Siguiendo con el mismo
criterio de análisis, de las versiones de los actores de la entrevista y de las
confidencias que sobre ella hicieron a sus amigos íntimos, veremos los
testimonios de Simón Bolívar. Es necesario aclarar que considero testimonios
personales las Relaciones Oficiales remitidas al Gobierno de Bogotá y a la
Intendencia de Quito, porque si bien es cierto que no están suscritas por el
Libertador, fue Bolívar quién dictó esos informes a su secretario, José
Gabriel Pérez.
La
versión del Libertador tiene dos características bien marcadas: es mucho más
amplia que la proporcionada por San Martín y, por otra parte, le resta total
importancia a la entrevista. Además omite el pedido de San Martín de que el ejército
de Colombia pasase a Perú para concluir rápidamente la guerra. Bolívar es enfático
en considerarla una simple visita. De todas formas, proporciona una versión
integral, en lugar de la versión restringida de San Martín, reducida tan solo
al tema medular que constituyera el verdadero objetivo de su viaje y
prescindiendo de todos los demás. A pesar de ello, veremos que la mayor parte
de los allegados a Bolívar que recibieron sus confidencias mencionan el pedido
de San Martín.
Se trata de una comunicación oficial sobre la entrevista de Guayaquil dirigida, con carácter de “Reservada”, a la Secretaría de Relaciones Exteriores de la República de Colombia. Se encuentra fechada en el cuartel general de Guayaquil, a 29 de julio de 1822 y suscrita por José Gabriel Pérez, secretario de Bolívar, encargado de redactarla y remitirla por orden del Libertador.
Los temas tratados, según
este oficio, fueron la situación de Guayaquil, asunto en el que San Martín dio prueba de su política de no interferencia y propuso a
dicha ciudad como sede de la federación que se intentaba formar.
La
situación política del Perú fue otro de los puntos tratados. San Martín en
forma franca le expresó que atravesaba serios problemas en el mando político
del Perú, cargo que, por otra parte, no deseaba seguir manteniendo. Le anuncia
su decisión de renunciar al protectorado una vez reunido el Congreso del Perú
y retirarse del Perú y de América.
En
las conversaciones también se entró al campo de las ideas políticas: el
Protector le expuso la conveniencia de un régimen monárquico constitucional,
coronando un príncipe europeo. Bolívar le dijo no estar de acuerdo con ello,
que era contraproducente para el resto de América, pero que en última
instancia, si la decisión del Perú era en ese sentido, Colombia no se opondría.
Bolívar
le señaló al protector la necesidad y conveniencia de lograr la paz con España,
sobre la base del reconocimiento de la independencia, la integridad territorial
y la evacuación del ejército realista.
Las
conversaciones también trataron el punto referente a la situación de los otros
estados hispanoamericanos, tales como México, Chile y el Río de la Plata.
Sobre el primero, el Protector dejó intuir que conocía muy poco sobre los últimos
acontecimientos de ese país. Chile y su Director Supremo, O’Higgins,
merecieron de San Martín grandes elogios. En cambio sobre las Provincias Unidas
del Río de la Plata el Protector manifestó honda preocupación por el caos al
que las había llevado el sistema federal.
Otro
punto muy importante fue el relacionado con la situación militar del Perú. El
Protector expresó que ella no era realmente apremiante y que había planeado
poner en práctica su plan de campaña a puertos intermedios. San Martín en
ningún momento reclamó auxilio militar. Por consiguiente no se hace mención
alguna a la pretendida propuesta, consignada por San Martín, de unir a los dos
ejércitos libertadores y concederle a Bolívar la jefatura del Ejército Unido.
Pero este oficio termina con la siguiente frase, muy sugestiva acerca de los
ofrecimientos de San Martín: “La oferta de sus servicios y amistad es
ilimitada, manifestando una satisfacción y una franqueza que parecen
sinceras”.[21]
Esta Relación Oficial, de carácter reservada como la anterior, también suscrita por el secretario J. G. Pérez, pero, como ya hemos aclarado, realmente el verdadero autor es el propio Bolívar. Es una versión abreviada de la anterior por lo que no es necesario comentarla.[22]
Esta misiva al general Santander, vicepresidente en ejercicio de Colombia, constituye realmente la primera versión totalmente personal del Libertador acerca de la entrevista. Está suscrita en Guayaquil y en lo sustancial no varía en nada de la versión que hiciera consignar en las Relaciones Oficiales ya mencionadas. La parte de esta carta que narra la célebre entrevista es la siguiente.
Antes de ayer por la noche partió de aquí el general San Martín después de una visita de treinta y seis o cuarenta horas: se puede llamar visita propiamente, porque no hemos hecho más que abrazarnos, conversar y despedirnos. Yo creo que él ha venido por asegurarse de nuestra amistad, para apoyarse con ella respecto a sus enemigos internos y externos. Lleva 1800 colombianos en su auxilio, fuera de haber recibido la baja de sus cuerpos por segunda vez, lo que nos ha costado más de 600 hombres: así recibirá el Perú 3000 hombres de refuerzo por lo menos.
El Protector me ha ofrecido su eterna amistad hacia Colombia; intervenir a favor del arreglo de límites; no mezclarse en los negocios de Guayaquil; una federación completa y absoluta aunque no sea mas que con Colombia, debiendo ser la residencia del Congreso de Guayaquil; ha convenido en mandar un diputado por el Perú a tratar, de mancomún con nosotros, los negocios de España con sus enviados; también ha recomendado a Mosquera a Chile y Buenos Aires, para que admitan la federación; desea que tengamos guarniciones cambiadas en uno y otro Estado. En fin; él desea que todo marche bajo el aspecto de la unión, porque conoce que no puede haber paz y tranquilidad sin ella. Dice que no quiere ser rey, pero que tampoco quiere la democracia y sí el que venga un príncipe de Europa a reinar en el Perú. Esto último ya creo que es proforma. Dice que se retirará a Mendoza, porque está cansado del mando y de sufrir a sus enemigos.
No me ha dicho que trajera proyecto alguno, ni ha exigido nada de Colombia, pues las tropas que lleva estaban preparadas para el caso. Sólo me ha empeñado mucho en el negocio de canje de guarniciones; y, por su parte, no hay género de amistad ni de oferta que no me haya hecho.[23]
El Libertador comunica a
Santander que el capitán Gómez va a su encuentro, llevándole noticias sobre
el Perú y Guayaquil. El citado capitán era portador nada del tratado de
federación firmado entre Perú y Colombia. Bolívar le señala que el problema
de Guayaquil ha sido arreglado definitiva y satisfactoriamente. Que su
permanencia en esa ciudad era aún necesaria por algún tiempo, “tanto por
lo que hace a la política interna y externa como por esperar las resultas de la
próxima campaña del Perú. A este propósito digo a Ud. que creo de necesidad
se nos manden por el Istmo dos mil fusiles y doscientos o trescientos quintales
de plomo para armar un ejército en caso que el enemigo triunfe de San Martín,
lo que, según todas las noticias, puede muy bien suceder...”
[24]
Vemos que según estas últimas palabras Bolívar entiende que existía la posibilidad de una derrota del ejército de San Martín por lo que prepara refuerzos.
J. G. Pérez, por orden de Bolívar, envió a los Ministros de Estado y Relaciones Exteriores del Perú y Chile y al Río de la Plata sendos oficios fechados en el Cuartel General en Cuenca, a 9 de septiembre de 1822. Este oficio trae, aunque en forma indirecta, datos sobre la entrevista de Guayaquil: comunica el ofrecimiento de Colombia de enviar al Perú 4000 hombres más de los ya enviados, en el caso de que Perú quisiera recibirlos. Expresa la afirmación de que el Protector no manifestó temor por la suerte de la guerra en el Perú y la aseveración de que San Martín no solicitó refuerzos militares, pero demuestra la preocupación de Bolívar ante una posible derrota de las tropas peruanas.
Aunque S. E. el Protector del Perú en su entrevista en Guayaquil con el Libertador no hubiese manifestado temor de peligro por la suerte del Perú, el Libertador no obstante se ha entregado desde entonces a la más detenida y constante meditación, aventurando muchas conjeturas que quizás no son enteramente fundadas, pero que mantienen en la mayor inquietud.
S. E. el Libertador ha pensado que es deber comunicar esta inquietud a los gobiernos del Perú y Chile, y aun al del Río de la Plata, y ofrecer, desde luego, todos los servicios de Colombia en favor del Perú.
S. E. el Libertador se propone, en primer lugar, mandar al Perú 4000 hombres más de los que se han remitido ya, luego que reciba la contestación de esta nota, siempre que el gobierno del Perú tenga a bien aceptar la oferta de este nuevo refuerzo; el que no marcha inmediatamente porque no estaba preparado y porque tampoco se ha pedido por parte de S. E. el Protector. Si el gobierno del Perú determina recibir los 4000 hombres de Colombia, espera el Libertador que vengan transportes y víveres para llevarlos, anticipando el aviso para que todos los cuerpos se encuentren en Guayaquil oportunamente.
En el caso de remitirse al Perú esa fuerza, el Libertador desearía que la campaña del Perú se dirigiese de un modo que no fuese decisivo y se esperase la llegada de los nuevos cuerpos de Colombia para obrar inmediatamente y con la actividad más completa, luego que estuviesen incorporados al ejército aliado. S. E. no se atreve a insistir mucho sobre esta medida porque no conoce la situación del momento; pero desea ardientemente que la vida política del Perú no sea comprometida sino con una plena y absoluta confianza en el suceso. El amor a la causa de América le ha dictado estos sentimientos que no ha podido reprimir y se ha creído obligado a comunicar a ese gobierno”. [25]
El oficio continúa exponiendo los consejos del Libertador en caso de un revés del ejército patriota. Pide a Chile que colabore enviando unos 6000 a 8000 hombres por la parte sur del Perú y que trate de persuadir al gobierno del Río de la Plata para que colabore con un ejército de unos 4000 efectivos.
Hasta aquí vimos los escritos atribuidos a Bolívar, a continuación veremos las versiones de sus allegados.
Daniel
Florencio O’Leary, edecán, amigo íntimo y devoto admirador de Bolívar, es
autor de unas muy famosas “Memorias” que él acompañara con una valiosísima
recopilación de documentos relacionados con la vida y obra del Libertador.
O´Leary
nos dice que en las conversaciones, los libertadores trataron el
“estado de la América y del mejor modo de llevar la guerra a feliz
término.” Además, que como la guerra de Colombia estaba terminada, “San
Martín venía a pedir auxilios al Libertador para dar cima a la del Perú.”[26]
Este
era, en apariencia, el objeto ostensible de su visita;
pero afirma que el viaje de San Martín a Guayaquil tenía por objeto lograr la
incorporación de esa provincia al Perú.
José
Manuel Restrepo fue Ministro de Bolívar. En su Historia de la Revolución de
Colombia en la América Meridional encontramos la siguiente versión sobre
el encuentro de los dos libertadores de América:
Se
acordaron los auxilios que Colombia daría al Perú a fin de arrojar a los españoles.
Además, los intereses de América del Sur, con el fin de expulsar a los
realistas. Cree que el principal motivo que trajera el Protector a Guayaquil había
sido activar su incorporación al Perú. Explica que San Martín concebía para
Perú un gobierno monárquico constitucional. Bolívar no estuvo de acuerdo con
ello, que había grandes dificultades para continuar con la guerra pero que no
dudaba del triunfo final en la lucha contra los españoles, pero que Bolívar
tenía sus dudas.[27]
Tomás
Cipriano de Mosquera, edecán y secretario privado de Bolívar, declaró haber
estado presente, en calidad de secretario del Libertador, en las entrevistas que
tuvieran San Martín y Bolívar en Guayaquil. Como tal, escribió una relación
sobre dicho acontecimiento en el N° 46 de la Crónica de Nueva York, de
1851.
San
Martín le manifestó su inclinación de hacer del Perú una monarquía
constitucional y de ese modo obtener la independencia y “dar a la América
Española gobiernos análogos a sus necesidades”.
Además
agregó que:
“Las
tropas que hay en el Perú, sin las que usted manda, no son suficientes para
destruir el ejército español. ¿Podría usted dar mayor apoyo? ¿Podría usted
ir a tomar el mando militar en el Perú?” El Libertador le contestó que
estaba íntimamente persuadido de la necesidad de auxiliarlo con los esfuerzos
que pudiera hacer Colombia; pero que por ahora debían limitarse a los de la
división que preparaba la cual pondría a las órdenes del general Juan Paz del
Castillo, que le era un jefe conocido, pues había servido a sus órdenes desde
Buenos Aires hasta el Perú, que permanecería con todo el ejército al sur de
la República, para emprender operaciones combinadas si el ejército tomaba de
nuevo la ofensiva, pero que todo esto debía arreglarse por un tratado entre las
dos Repúblicas y sobre el último punto, de ir a tomar el mando militar al Perú,
le manifestó que tendría mucho gusto de hacerlo, si la República se lo permitía
y podía ausentarse sin que para ello sufriera el orden interior; y agregó:
“El abandono temporal que ha hecho usted del Perú, puede serle muy costoso,
por lo que he sabido, y considere cuan cauto debo ser para resolución de tamaña
importancia.”[28]
El
General Tomás Heres, a solicitud de O’Leary escribió unos informes sobre San
Martín y éste los reprodujo en sus Memorias. Heres consigna la siguiente versión:
“Por
este tiempo llegó el general Bolívar a Guayaquil a donde fue el general San
Martín, con el objeto, según decía, de combinar las operaciones que debían
emprenderse para libertar al Perú. Los dos jefes tuvieron su entrevista; no sé
que hubiesen convenido en nada, y San Martín se volvió a Lima, muy poco
satisfecho de Bolívar, contra quien concibió, desde entonces, un odio que ha
conservado y manifestado siempre”. [29]
El
coronel Manuel Antonio López llegó a desempeñarse en el estado Mayor
Libertador Bolívar en el periodo 1822-1824. Escribió sus Recuerdos históricos
de la guerra de la independencia: Colombia y el Perú (1819-1826) donde
encontramos la siguiente versión sobre la entrevista de Guayaquil.
En
primer lugar consigna el carácter secreto y a solas que tuvo la entrevista.
Luego señala las ideas monárquicas constitucionales de San Martín, a lo cual
Bolívar se oponía. Trascribo el párrafo que indica el pedido de San Martín:
El
general don Domingo Tristán acababa de perder en Ica una lucida división de
3.000 hombres, y los españoles se encontraban con un ejército superior en número
al de los republicanos, por lo cual creyó San Martín que no le era posible
concluir la libertad del Perú, e instó al Libertador a que fuese con el ejército
de Colombia, a completar la obra que él había comenzado”.
[30]
La
versión del Libertador tiene dos características bien marcadas: es mucho más
amplia que la proporcionada por San Martín y, por otra parte, le resta
importancia a la entrevista, desde el momento que ella no tuvo carácter
oficial, por lo que venía a ser una muy amigable visita.
Un
punto muy importante fue el relacionado con la situación militar del Perú.
Aunque los primeros informes de Bolívar omiten el pedido de refuerzos para
terminar la guerra que había hecho San Martín, en las versiones de sus
allegados, el Protector expresó la necesidad de la ayuda del ejército
colombiano y la posibilidad de que Bolívar entrase al Perú tomando el mando
del ejército unido. Ya en el Oficio del 9 de septiembre de 1822 Bolívar
reconoce la necesidad de reforzar el ejército ante una posible derrota del ejército
del Perú. En la versión de O´Leary leemos: “San Martín venía a pedir auxilios al Libertador para dar cima a la
del Perú.” Restrepo:
“Se acordaron los auxilios que Colombia daría al Perú a fin de arrojar a
los españoles.” Mosquera: “Las tropas que hay en el Perú sin las
que usted manda, no son suficientes para destruir el ejército español. ¿Podría
usted darme mayor apoyo? ¿Podría usted ir a tomar el mando militar en el Perú?”
Heres: “Por este tiempo llegó
el general Bolívar a Guayaquil a donde fue el general San Martín, con el
objeto, según decía, de combinar las operaciones que debían emprenderse para
libertar al Perú.” López: “que
no le era posible concluir la libertad del Perú, e instó al Libertador a que
fuese con el ejército de Colombia, a completar la obra que él había
comenzado”.
Es
notable la contradicción entre los primeros informes de Bolívar que dicen que
San Martín no efectuó solicitud de ayuda militar alguna durante las
conferencias y los dichos de los allegados a Bolívar que en todos los casos
consignan ese pedido de auxilio.
El
análisis de la documentación, así como los aportes de prestigiosos estudiosos
de esta entrevista nos permiten concluir, en primer lugar, que ella no fue una
simple visita de cortesía sin objetivos fijos, como se desprendería si
unilateralmente solo tuviésemos en cuenta la versión de Bolívar y de sus
historiadores. Así por ejemplo, carecería de toda explicación coherente el
retiro de San Martín del Perú en momentos que aún no había concluido la
guerra, cuando su situación interna militar y política era tan crítica. Con
esto no queremos decir que Bolívar fuera el responsable de la decisión tomada
por San Martín.
Mi
opinión es que posición San Martín fue a Guayaquil llevando como objetivo el
conseguir la unión de los dos ejércitos libertadores y que en última
instancia él podía ceder el mando supremo de lo que sería el ejército
libertador unido. Además, en los mismos meses también solicitó refuerzos a
Chile y a las Provincias Unidas. Es por ese motivo que los documentos son
certeros en el hecho de que San Martín viajaba con un plan preconcebido. El
secretario de Bolívar, J. G. Pérez consigna que San Martín le expresó a Bolívar
“que pocas horas en tierra serían suficientes para explicarse”.
Lo
que está claro es que Bolívar no pensó en aunar ambos ejércitos y dirigir la
guerra contra los españoles en el Perú bajo una sola jefatura.
La
propuesta de San Martín debió desconcertar a Bolívar, al no haber pensado en
dicha posibilidad. Al ser tan directa y exigir una respuesta inmediata el
desconcierto era la reacción normal. San Martín debió sentir desánimo de no
encontrar la respuesta que él esperaba, porque él era conciente de su crítica
situación en el Perú. Debe considerarse además, algo en lo que pocas veces se
tiene en cuenta, que mientras San Martín tenía todos los poderes en el Perú,
ejercía una verdadera dictadura con el título de Protector, en cambio Bolívar,
con todo su prestigio e influencia, era Presidente de Colombia y por lo tanto
sometido a las leyes de ese país. Todo esto nos permite comprende mejor la
apelación al Congreso, por parte de Bolívar, que aparece tanto en la versión
de San Martín y de sus confidentes como en la del edecán y secretario privado
de Bolívar.
También
se comprende que San Martín se desconcertara con la actitud para él dubitativa
de Bolívar y que por ello se desilusionara con los resultados de la entrevista
y decidiera retornar al Perú, al ya no tener mayor sentido las conversaciones.
Podemos
comprender por que la versión sanmartiniana se centra solo en el objetivo
militar como tema eje de la entrevista. Es obvio que San Martín no iba a viajar
a Guayaquil en situaciones tan críticas como las que pasaba para dialogar sobre
la situación de Guayaquil o el futuro político de Hispanoamérica. Claro que
fueron temas que se trataron, pero fueron temas totalmente secundarios, fruto
del desenvolvimiento mismo de la entrevista amigable entre los dos caudillos.
También
fue tema de las conversaciones lo
concerniente a la forma más conveniente para los estados hispanoamericanos
nacientes. San Martín argumentó
su posición contraria al sistema republicano y defendió el monarquismo
constitucional, al estilo inglés, con un príncipe de una de las dinastías
europeas reinantes. Bolívar defendió la superioridad del sistema republicano,
un gobierno unitario, con un Ejecutivo
poderoso.
Pero
no todo fue desacuerdo entre las opiniones de los dos libertadores. En un punto
sí estuvieron de acuerdo: fue el concerniente a la inconveniencia del sistema
federal en los nacientes estados de Hispanoamérica, lo consideraban el más
nefasto para esta región y la prueba la tenían en el estado de anarquía en el
que habían caído las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Como
conclusión puedo decir que el tema militar fue el punto central de la
entrevista y que al producirse el desencuentro se produjo también el
desencanto. Ambos personajes no quedaron satisfechos con la entrevista y es por
ello que en sus testimonios se trasluce ese desconcierto y esa desilusión.
[1] Vicente Lecuna, La Entrevista de Guayaquil. Restablecimiento de la verdad histórica, Publicaciones de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, Caracas, 1948, p. 119-120.
[2] Ibidem, p. 121.
[3] Documentos para la historia del Libertador General San Martín, Instituto Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 2001, Tomo XVIII, p. 406-465.
[4] Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, Julio 1821- Diciembre 1822, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1950, p. 559.
[5] Ibidem, p. 563.
[6] Ibidem, p. 657
[7] Ibidem, p. 625.
[8] Pérez Amuchástegui, La carta de Lafond y la preceptiva Historiográfica, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba 1962, p. 24.
[9] José de San Martín, en Biblioteca de Mayo, Senado de la Nación, Buenos Aires 1960, Tomo II, p. 1922.
[10] Pérez Amuchástegui, op. cit, p. 47.
[11] Tomás Guido, en Ricardo Guido Lavalle, El general Tomás Guido y el paso de los Andes, La Plata, 1917. p. 20.
[12] Benjamín Vicuña Mackenna, “San Martín, La revolución de la Independencia del Perú”, en Obras Completas de Benjamín Vicuña Mackenna, Volumen VIII, Universidad de Chile, 1938, p. 106.
[13] Citada por Jorge Paredes.
[14] Domingo Faustino Sarmiento, “Las Culebrinas de San Martín”, Obras Completas, Universidad Nacional de la Matanza, San Justo, 2001, T. XLIX, p. 24
[15] Domingo Faustino Sarmiento, “San Martín y Bolívar, Discurso de Recepción en el Instituto Histórico de Francia, (París, Julio de 1847)”, Obras completas de Sarmiento, La Luz del Día, Buenos Aires, 1913, p. 30 y 31.
[16] Vicente Lecuna, op. cit. p. 272.
[17] Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación Sud-Americana, Félix Lajouane Editor, Buenos Aires, 1890, T. III, p. 646.
[18] La carta también figura en el discurso que pronunció Sarmiento en el Instituto Histórico de Francia, al que asistió el general San Martín.
[19] Benjamín Vicuña Mackenna, “San Martín, La revolución de la Independencia del Perú”, en Obras Completas de Benjamín Vicuña Mackenna, Universidad de Chile, Vol. VIII, p. 63.
[20]
Documentos para la historia..., Op.
cit., Tomo
XVIII, p. 347.
[21] Vicente Lecuna, op. cit., p 105-109.
[22] Ibidem, p. 110-112.
[23] Ibidem, p. 113-115.
[24] Ibidem, p. 115-119.
[25] Citado por Jorge Paredes
[26]
Daniel F. O´Leary, Bolívar y la emancipación de Sur-América, Memorias
del general O´Leary, Sociedad Española de Librería, Madrid, 1915,
Tomo II, p. 183.
[27] José Manuel Restrepo, Historia de la revolución de la República de Colombia, Librería Americana, París, 1827.
[28] Jerónimo Espejo, Apuntes históricos sobre la Expedición Libertadora del Perú, Instituto Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1961, p. 133-134.
[29] Daniel F. O´Leary, Bolívar y la..., op. cit., p. 195.
[30] Manuel Antonio López, Recuerdos históricos de la guerra de la Independencia. Colombia y el Perú (1819-1826), Editorial América, Madrid, 1919, p. 139.
Espejo, Jerónimo, Apuntes históricos sobre la Expedición Libertadora del Perú, Instituto Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1961.
Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, Julio 1821- Diciembre 1822, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1950.
Guido, Tomás, en Ricardo Guido Lavalle, El general Tomás Guido y el paso de los Andes, La Plata, 1917.
Lecuna, Vicente, La Entrevista de Guayaquil. Restablecimiento de la verdad histórica, Publicaciones de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, Caracas, 1948.
López, Manuel Antonio, Recuerdos históricos de la guerra de la Independencia. Colombia y el Perú (1819-1826), Editorial América, Madrid, 1919.
Mitre, Bartolomé, Historia de San Martín y de la emancipación Sud-Americana, Félix Lajouane Editor, Buenos Aires, 1890.
O´Leary,
Daniel F., Bolívar y la emancipación de Sur-América, Memorias del
general O´Leary, Sociedad Española de Librería, Madrid, 1915.
Paredes, Jorge, San Martín y Bolívar en Guayaquil
Pérez Amuchástegui, Antonio Jorge, La carta de Lafond y la preceptiva Historiográfica, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba 1962.
Restrepo, José Manuel, Historia de la revolución de la República de Colombia, Librería Americana, París, 1827.
San Martín, José, Documentos para la historia del Libertador General San Martín, Instituto Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 2001.
San Martín, José, en Biblioteca de Mayo, Senado de la Nación, Buenos Aires 1960.
Sarmiento, Domingo Faustino, “Las Culebrinas de San Martín”, Obras Completas, Universidad Nacional de la Matanza, San Justo, 2001.
Sarmiento, Domingo Faustino, “San Martín y Bolívar, Discurso de Recepción en el Instituto Histórico de Francia, (París, Julio de 1847)”, Obras completas de Sarmiento, La Luz del Día, Buenos Aires, 1913.
Vicuña Mackenna, Benjamín, “San Martín, La revolución de la Independencia del Perú”, en Obras Completas de Benjamín Vicuña Mackenna, Volumen VIII, Universidad de Chile, 1938.
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