Mi
deseo de vivir
Testimonio
del profesor Haim Vidal Sephiha, sobreviviente del Holocausto de Auschwitz
Liliana Mizrahi:
Realicé esta
entrevista al profesor Haim Vidal Sephiha el 13 de noviembre de 1998 en la
ciudad de Buenos Aires.
El profesor
Sephiha es doctor en Letras, profesor emérito de la Universidad de la
Sorbonne en París, investigador de la cultura sefardí o judeo-española.
Intervinieron
en esta entrevista alumnos de nivel secundario de las escuelas Nere-Echea,
Nacional Buenos Aires y colegio Canadá.
El profesor
Sephiha es un sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz.
Actualmente
vive en París con su familia.
Deportación
Soledad
Aislamiento y lecturas
Técnicas de poder y
sadismo
Desdoblamiento y Azar
Liliana:
—¿De qué
manera fuiste separado de tus padres durante la guerra?
Haim:
—En mayo de
1940, cuando Alemania atacó o agredió a Bélgica y Holanda, ya existía la
guerra entre Francia y Alemania, entonce : mi padre tomó un talet, tomó a
los hijos que se iban, también a los yernos que se iban, y les puso el talet,
y dijo berajá —bendiciones— que se hacen en aquel momento, un momento muy
conmovedor.
Liliana:
—¿En ese
momento vos estabas solo?
Haim:
—Fue un momento para mí —no sé cómo decirlo—… Yo no hubiera querido ser deportado con mi padre como lo fue mi hermano. Como estaba solo, solo, yo era responsable de lo que tenía que decir. Si hubiera tenido a mi padre a mi lado no sé lo que hubiera hecho. |
—¿Vos
crees que la soledad te fortaleció, te ayudó?
—Puede serlo,
puede serlo. Porque tenía experiencia de vida, la vida de los trabajadores de
la tierra, las migraciones de Bélgica del principio de la guerra.
Experiencias que me dieron más fuerza. Ya había sido aislado y separado de
mis padres cuando estalló la guerra, de modo que tenía una experiencia que
fue una iniciación al aislamiento o a la separación.
Liliana:
—El
aislamiento es una experiencia psicológica muy fuerte.
Haim:
—Sí, sí. En
este caso uno tiene que tomar fuerzas en sí mismo.
—¿Y cómo
lo hiciste vos?
—Ya no lo sé,
con una visión determinada de la vida… Sí, yo me iba siempre con este
dicho de Alfred de Musset: "El hombre es un aprendiz, el dolor es su
maestro". Me fui también con un dicho de Descartes: "Voy a
leer en el libro grande del mundo".
—Te fuiste
acompañado.
—Esto era la
ayuda de mis lecturas, de mis autores.
—Sí, esto
es importante para los jóvenes.
—Es decir que
finalmente las lecturas, los autores, los escritores, los pensadores, todo
esto tiene importancia. Me parece que leer y estudiar son armas. Hay que
decirlo.
—Sí, son
armas y son instrumentos de sostén para sobrevivir y defenderte.
—A cada paso
de la deportación yo me decía "El hombre es un aprendiz, el dolor es su
maestro"
—Lo cual no
es una apología del dolor.
—No, eso
significa que el dolor puede ser una experiencia y que hay que sobrepasarlo,
dominarlo.
—Y además,
poder captar el conocimiento y el aprendizaje que se puede tomar de las
situaciones de dolor.
—Con la frase
de Descartes es algo más, que va más allá del dolor y de los sufrimientos
en este mundo, como una experiencia de la que tenemos que sacar provecho.
Liliana:
—¿Te
acordás del aislamiento?
Haim:
—Sí, sí, podemos decir que cada hombre, en el campo de concentración o de exterminio, era como un átomo, nada más. Cada uno debía probar de resistir, de sobrevivir, porque este mundo era un mundo en que el hombre era un lobo para el otro. La meta de los alemanes estos era deshumanizarnos, reducirnos a un tubo digestivo. De modo que la solidaridad desaparecía. Sólo reaparecía cuando las condiciones de vida mejoraban. |
Hasta utilizar
un hombre contra otro, un detenido contra otro. El SS mandando a un detenido
le dice: "Toma este palo y pégale a ese detenido". En un primer
momento lo hacía poco a poco, mansamente pero luego se tomaba placer en
hacerlo, no todos.
—¿Se
tomaba placer qué quiere decir?
—Gozaba poco a
poco cuando pegaba al otro. Yo vi personas que eran como ovejas, y, poco a
poco, pegando a los otros se les caían las babas de rabia, poco a poco iban
enfureciéndose.
—¿O sea
que había una inducción del sadismo?
—Exactamente,
exactamente.
—Finalmente
los prisioneros se identificaban con sus agresores.
—Y hasta en el humor, cuando uno tosía decían: "Mañana, mañana el crematorio". Por que este era el humor de los SS, y cada sociedad secreta da su humor. El humor es la imagen de una sociedad determinada. Humor negro, pero es una manera de defenderse finalmente. Humor es arma, humor es arma, particularmente de los judíos que tanto sufrieron en este mundo. |
—Humor es también inteligencia.
—Sí, es
verdad, es una manera de burlarse de sí mismo, es una manera de defenderse,
de dar menos importancia a lo que pasa y poder resistir mejor.
—Des-dramatizar.
—Exactamente,
es la palabra.
—¿Vos te
acordás de esos chistes?
—Sí, había chistes alrededor de la comida. Pensaba, como decía Quevedo en El Buscón: "Nadaba un nabo de vez en cuando en la sopa", es decir en el agua. Eran chistes sobre la comida, pero en aquel momento pensábamos en la comida que teníamos en casa, pero era peligroso hablar de comida. El que hablaba de la comida que añoraba, ese se dejaba desmoralizar. Los que tenían sueños de comida se dejaban ir poco a poco. Porque la añoranza era tanta que finalmente se comían las entrañas. En una vida como esta había que defenderse en cada momento. Para mí, la mejor definición del campo es que en este mundo, aquí, uno puede vivir día tras día, en el campo había que vivir minuto tras minuto. Esa era la diferencia. En nuestra sociedad tenemos defectos y cualidades, pero en el campo, los defectos eran numerosos y multiplicados y las cualidades muy pocas. |
—Había un
trabajo de supervivencia, ¿no sé si era consciente o no?
—Sí, es verdad, había un trabajo de supervivencia. El que quería sobrevivir pensaba lo menos posible. Significaba que pensar era tomar una parte de sus energías, de modo que había que pensar lo menos posible y sólo para obtener comida, y una manera de obtener más comida era lo que hice yo trabajando. Cuando regresábamos de las minas, pasábamos por las duchas, y el responsable de limpiar las duchas, que no quería limpiarlas, y que era también un detenido, en aquel momento iba buscando un voluntario para limpiar las duchas; y yo me presenté un día como voluntario y para eso me daba cada día tres o cuatro patatas. Y se puede decir que una patata tenía el valor de una sopa del campo. No lo hice durante todo el tiempo, pero de vez en cuando, además del trabajo obligatorio en la mina, tenía que buscar otro trabajo, lo que llaman aquí, las horas suplementarias. |
—Vos decís
de no pensar para no perder energía, lo que también estás describiendo es
que vos te ibas dando cuenta de cosas.
Haim: —Hasta desdoblándome. Cuando estaba a punto de tener 38 kilos por allá, uno lo pierde todo. Tiene una gota en la nariz, se mea en el pantalón, porque no funcionan los esfínteres. Bueno, en aquel el momento yo me decía: "Pero Vidal, estás jugando la comedia". Era un desdoblamiento, y para mí fue también una manera de salvarme, había en mí dos personajes, el uno se burlaba del otro. |
Liliana:
—Era tu
doble, pero tu doble te ayudó, te acompañó.
—Sí,
exactamente, y puedo decir hoy en día sigo con mi doble, Es, digamos, un
arma.
—Son
instrumentos psicológicos que sostienen, ayudan, hay que aprender a tener un
doble y hacer este juego. O sea que, a pesar de esto, vos podrías no haber
sobrevivido.
—Sí, todo
dependía de un golpe. Un golpe podía matarte. En este caso tengo que hablar
de mazal, suerte, nada más, y me parece que todos los ex deportados
dicen que fue mazal, nada más. El azar, por eso me ocupo tanto del
azar en este mundo.
Continúa la entrevista en Parte II
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